Recordando a Mario Benedetti

Tuesday, October 26, 2010






POESÍA

Te manifiesta si pienso que estás en mi boca/ como runa que desafiando la oscuridad/ busca en las piedras/ un parentesco/ que la haga perenne al latrocinio de la muerte/ Vuelves /y te ciñes a mi lengua/ te aferras a los sonidos/ al zig-zag/ que repercute con el rumor/ Tu cuerpo/ mi boca/ las palabras/ que no pueden definirte/ mas yo/ puedo recoger tu hondura/ si humanizo el fuego/ que me retrotrae de afuera hacia adentro/

©Daniel Montoly

Friday, October 22, 2010




Pueblo


¡Piedad, Señor, piedad para mi pobre pueblo
donde mi pobre gente se morirá de nada!
aquel viejo notario que se los días
en su mínima y lenta preocupación de rata;
este alcalde adiposo de grandes abdomen vacuo
chapoteando en su vida tal como en una salsa;
aquel comercio lento, igual, de hace diez siglos;
estas cabras que triscan el resol de la plaza;
algún mendigo, algún caballo que atraviesa
tiñoso, gris y flaco, por estas calles anchas;
la fría y atrofiante modorra del domingo
jugando en los casinos con billar y barajas;
todo, todo el rebano tedioso de estas vidas
en este pueblo viejo donde no ocurre nada,
todo esto se muere, se cae, se desmorona,
a fuerza de ser cómodo y de estar a sus anchas.

¡Piedad, Señor, piedad para mi pobre pueblo!
Sobre estas almas simples, desata algún canalla
que contra el agua muerta de su vida arroje
la piedra redentora de una insólita hazaña…
Algún ladrón que asalte ese Banco en la noche,
algún Don Juan que viole esa doncella casta,
algún tahúr de oficio que se meta en el pueblo
y revuelva estas gentes honorables y mansas.

¡Piedad, Señor, piedad para mi pobre pueblo
donde mi pobre gente se morirá de nada.



Luis Palés Matos

Thursday, October 21, 2010

No es casual


“Aquí no se regala nada, no se vende nada, no se celebra nada… Entonces, ¿qué rayos está pasando? ¿Dónde está el misterio? ¿En qué consiste el poder de convocatoria de ese poeta, de esa poesía?”

por Ambrosio Fornet

Nunca imaginé que la obra de Benedetti llegaría a parecernos un insólito desafío. El mundo ya está ordenado en lo que respecta a la valoración de la literatura. La expresión literaria puede verse como un medio de comunicación, cierto, pero un medio degradado, erosionado por el paso del tiempo, incapaz de competir con los audiovisuales, que son los heraldos de nuestra época. ¿Quién se atrevería a discrepar?

Pero de pronto esa sarta de lugares comunes con pretensiones lapidarias choca con un obstáculo, una verdad que tal vez nadie pueda formular mejor que Viglietti cuando afirmó, al evocar los recitales de su amigo: “Con sus solitos poemas convocaba multitudes”. Me consta que era así. Lo vi con mis propios ojos en la Casa de las Américas, en La Habana, y en el Palacio de Bellas Artes, de México, donde mi amigo Federico Álvarez y yo —después de abrirnos paso a codazos por entre los centenares de jóvenes que, desafiando una llovizna helada, trataban de entrar—, tuvimos que valernos de una artimaña para llegar hasta él.

Uno queda definitivamente inoculado contra la frivolidad y la docta palabrería cuando en esa situación se detiene un minuto a pensar: estos muchachos vienen a ver y oír a un poeta, a escuchar en su propia voz un puñado de poemas que quizá ya se saben de memoria…, y eso es todo. Aquí no se regala nada, no se vende nada, no se celebra nada… Entonces, ¿qué rayos está pasando? ¿Dónde está el misterio? ¿En qué consiste el poder de convocatoria de ese poeta, de esa poesía?

La única respuesta que se me ocurre debe ser falsa, porque alude a una transparencia, sin ninguna relación con misterios o poderes ocultos. Y no es una respuesta propiamente dicha, además, sino más bien una nueva pregunta, que está como soterrada en unos versos de Poemas de la oficina:

Montevideo quince de noviembre
de mil novecientos cincuenta y cinco
Montevideo era verde en mi infancia
absolutamente verde y con tranvías
muy señor nuestro por la presente…

La pregunta, por insignificante que parezca, alude nada menos que al Destino: ¿estamos condenados a vivir en el mundo que nos tocó en suerte, y encerrados en nuestro irrenunciable pellejo? No. Somos animales memoriosos y hasta en las peores circunstancias, agobiados por la fatiga o la rutina, podemos asomarnos al más remoto paraíso. Somos animales que sueñan y que tienen, por tanto, la facultad de imaginar y proyectar utopías. También de luchar por ellas.

Si la felicidad insiste en “tirar piedritas” en tu ventana, ¿por qué no acabas de abrirla? El poeta da un paso más, abre la puerta y sale a la calle a “defender la alegría” porque ha descubierto, sencillamente, que no puede evitarlo, que “por más esfuerzos que haga /nunca podré llegar a ser neutral”. Las dimensiones del universo se ensanchan de pronto en todas direcciones al conjuro de esa palabra desnuda, a veces trémula, a menudo irónica, coloquial siempre, siempre portadora —para usar un adjetivo muy suyo— de una “incanjeable” autenticidad. ¿Tendrá esto algo que ver con la elocuencia emotiva, con la asombrosa capacidad que tienen unos simples “poemitas” para “convocar multitudes”?

Empiezo a sospechar que Benedetti nos está invitando a sosegadas relecturas en las que seamos nosotros mismos los que diseñemos el programa, el orden de articulación de los textos, tanto poéticos como narrativos y ensayísticos. Son uno solo, en realidad. Creo que también lo son —ya lo advertí hace años— los que forman, por ejemplo, Primavera con una esquina rota y La borra del café, que podrían leerse como una imaginaria trilogía autobiográfica si se les sumara el relámpago de Recuerdos olvidados. Ahí encontraríamos de nuevo la pregunta sobre nuestros límites y nuestras posibilidades, ahora pasadas por el dramático tamiz del exilio y el “desexilio” (término este último que él mismo acuñó para nombrar la irónica experiencia de la memoria desfasada, esa que nunca imaginó el oficinista de los tranvías).

No puede ser casual que a tan pocas horas de su muerte ya estemos emprendiendo nuestras operaciones de rescate, nuestras muy personales antologías de prosa y verso, nuestros irrenunciables “inventarios”. No es casual.

Tomado de La Jiribilla

Reproducido de los archivos de La Ventana

Monday, October 18, 2010


Francis Picabia



7

Verás como al atardecer, los muertos.
Pasan a tu lado
con el viento;
borrando las huellas
con sus miradas
lánguidas;
pecan en ti. Lo ya perdido.

Lanzan al fondo
las llaves,
vetadas por inocultables
tumbas.

® Daniel Montoly


Harakiri


“Los ojos se enfurecen, las lenguas giran”
Antonin Artaud


Si para cuando vuelva el invierno
aún la voz del sol,
insurrecta,
desde algún lugar desconocido
incita a la rebelión;
veré cómo los pájaros
se abalanzan contra el vacío,
igual a kamikaze
listos a cumplir
su temprana cita con la muerte.

® Daniel Montoly


Volver

Volver del amor con una góndola vacía
sin otro pasajero
que su sombra,
craqueando por el viento
igual a liquen grisáceo
sobre la soledad de un sauce…

Llorar, para distinguir en la orfandad
la barca que nos llevará
al puerto exánime
adonde sólo la música del descuido,
como una nube de Glisofato
nos llama a vida.

Volver, -dijo Cernuda:
¿Acaso existe otra mentira…?

® Daniel Montoly


Te vi bajar a prisa el túnel

"Princes á mort sont destines"
Francois Villón.

Te vi bajar aprisa el túnel del subway a Brooklyn
era un viernes frío del 98.
Mis labios no lograron
darte alcance para despedirse,
pero las flores de tu vestido
aún perfuman mis ojos;
echaron raíces en mis córneas
como melancólica hiedra.
Ahora, al amanecer, observo tu fantasma
escabullirse entre la fotografía
y el closet. Siento en mi ser
como sí alguien te desenterrara;
clavándome mis uñas en las heridas,
destroza el placer que compartimos.
Ahora, no sé cómo romper tu embrujo.
Igual que Hölderlin, voy buscándote
de donde no estás, en donde nunca te has ido.

® Daniel Montoly



Tríptico del ocaso

Se prohíbe sudar monóxido de carbono
a la velocidad de un hermano
con ojos en la sangre.
Se prohíbe cantar a los dioses
que crearon las madrugadas debajo de la tierra, y sabrá,
que sólo reposa en el orbe, la mitad del odio
con que nos amamos.
La vorágine y el pubis de la desesperanza.
Cuando menos recuerde los mustios garabatos del ocaso
y desafiará a la muerte con labios de Eros.
Agazapa tus dientes esótericos
ebrios de elixir y de calambres.
Alza y enroca encrucijadas,
que disfrazadas de odas luminosas,
disecan sinfonías con partituras verticales
y orgasmos de sonatas heridas.


® Daniel Montoly


Chirridos de sombra.



Hoy quiero meter mi lengua en sal, y mis retinas en estiércol.
Seré ciego y mudo a sus mediaverdades: Valle de flores enfermas.
Media sombra, deshace chirridos maniqueístas,
con la suavidad de un puñal de lágrimas.
La muerte esbelta, clava crucifijos fantásticos
en las pantorrillas de las almas agonizantes.
El ángel, mitad dragón y diablo, duplica sus goces extáticos
con redobles de campanas argonómicas.
Sus pájaros encabritan pueblos, con consonantes de plomo,
sus robustas onomatopeyas, desparraman cacareos amarillos,
como gallinazos de pólvora en los diarios.
Su humor de Schopenhauer habla,
y a sí mismo, se celebra con osamentas blancas.
Inquieta su breve orilla, se hunde con rabia
en los desechos infantiles, y melancólicos,
lloran lágrimas inyectadas con antibióticos clandestinos.

® Daniel Montoly



Paisaje quechua con niño al fondo

Los juncos desnudos
rezuman en las gargantas del niño nostálgico.

Hieren las dos mitades posibles, de las alturas,
a sus antepasados en la orilla.

El blanco, hace llagas en las córneas.

Miramos, y crecen diminutos los sonidos:
Pueblos flotantes con gruñidos de Vicuñas,
y lamentos de chicha reciente.

Arrastramos nuestros estómagos
a guardar alegatos crudos,
entre sub capas de tierra.

® Daniel Montoly



Daniel Montoly (Montecristi, República Dominicana, 1968) estudiante de la carrera de derecho en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Fue finalista en el concurso de poesía Latin Poets for Humanity, ganador del concurso de poesía de la revista Niedenrgasse y del "Editor's Choice Award" de The Internacional Poets Society. Ha publicado en el Primer Volumen de Colección Sensibilidades (España, Alternativa Editorial), Maestros desconocidos de la poesía contemporánea hispanoamericana (USA, Ediciones El Salvaje Refinado), Antología de jóvenes poetas latinoamericanos (Uruguay, Abrace Editores) y en Jóvenes poetas cantan a la paz (Sydney, Australia, Casa Latinoamericana). El Verbo Decenrrejado (Apostrophes Ediciones, Santiago de Chile) Antología de Nueva Poesía Hispanoamericana (Editorial Lord Byron, Lima, Perú) y en la antología norteamericana: A Generation Defining Itself- In Our Onw Words (AMW Enterprises, North Carolina). Algunos de sus poemas han sido traducidos al portugués, inglés y alemán. Colabora activamente con diversas publicaciones literarias y dirige el blog The Wrong Side, dedicado a la difusión de la literatura hispanoamericana.

Wednesday, October 06, 2010




Arte y Oficio

Voy a poblar los espacios
entre los dedos,
cabalgando en inútiles monturas de hojalata
hasta oxidar mis oídos,
lavando derrotas amarillas
con poco tiempo, y a grandes rasgos.
Si el tiempo supiera
de esos lugares verdes
en que te dibujaba con voz perpetua
vez, tras vez,
hasta desgarrarme las manos
dejando sangre en el paisaje de tu sombra.
Vamos, dame tu rostro.
¿Por qué te escondes
y luego sales con esa cara de fracaso
intentando intimidarme?
Si persistes en seguir dormida en la levedad,
no volverá la madrugada.

©Daniel Montoly

Imagen tomada de: http://www.abcgallery.com

Tuesday, October 05, 2010

Salvador Dalí


EL ORFANATO


Se levantó al llegar otra vez al mismo número de avemarías con sus repectivas glorias, tal como le habían enseñado en el catecismo. Se llenó de pánico al escuchar las bruscas resonancias de las pisadas acercándose al dormitorio. Cerró los ojos. Sus inocentes manitas cubrieron el lugar ofendido. Se sintió sucio mientras miraba al cielo con otros ojos.


Daniel Montoly ©