Recordando a Mario Benedetti

Monday, May 30, 2011

CANTO DEL VORTICE


(i)

Vuelas, del púlpito a ese espacio transparente. Mira tus labios Asrael: Nacieron del sexo. Loto mágico en los ojos de cisnes salvajes bajo esas noches de color turquesa. El despertar te vino de ultramar con la sed de los deseos. El vórtice que coincide con la puerta de tu boca.

Navegaste, y tu perro lunar, escurridizo, te siguió con los ojos, rogándole a la muerte, se hizo piedra en tus adorables manos. Hijo de tus manos, Asrael. Sobre su cuerpo escribiste acerca de la ceniza del paraíso, mensajes en botellas, que la oscuridad hoy desempolva silenciosamente para calmar la sed de los recién nacidos.

Ahora lloras Asrael. Con el equinoccio, no habrá noches poéticas en las cortinas del invierno. No te saciaste con la desnudez de las mujeres, sino que tuviste que matarlas. Beberte su sangre, para comprender por qué la carne entierra. No sabes, ser humano entre hambrientas multitudes de dolores que te encuentran solo. . El sudario con que las putas cubren sus vergüenzas al venir la luna, el ano desgarrado de los hermafroditas, la rosa quíntuplo con que se consuelan las viudas. El polvo y tu sufrimiento atestiguan, que tú y yo somos uno, punto y línea en la jaula de la escritura, lágrimas mórficas en las mandíbulas de la concupiscencia.

Vi desprenderse las primeras plumas de tus alas. Lágrimas de alcanfor, hojas de un anunciado otoño, serpiente o eco de los espíritus. Siempre al acecho. Como el pecado, recela del indeciso. Solo yo puedo darte, darte el silencio o la muerte. Asrael, curarte esa llagas de niño torturado, cortar tu cordón umbilical para que seas un rebelde, mi espía detrás de cada litoral de formas.

Peca Asrael, bebe de la ira, entonces, serás el Avan Garden de los malvados.

Peca, Asrael, sal del encierro de tus miedos. Ensúciate hasta tomar partido...



(ii)

Una flor gangrenosa brotó junto a su tumba, dispuesta a vivir, como testigo del sexo prohibido.

Él mismo la mojaba con su sangre, y la llamaba: “la rosa carmesí de los malditos”.

Poco después, guardó su disfraz de ángel, y bebiéndose sus sílabas de diablo, consumió con dionisiaco aire la quietud.

El manso rumor que enciende el fuego de los altares, apuró a la voz, pero de ella nada salía.

Esta, ya no le reconoció como su flautita. El Elfo de sus fantasías amorosas.



(iii)

Con el veintiún eclipse de la luna sobre el monte, me beberé tu sangre en el cráneo de tu madre Asrael, porque desoíste mi voz, con tu actitud de “bueno”.

Serás el guardián de mi tumba. Quién la cuide de los ladrones, de las hazañas de los pájaros. Vigila, Asrael, porque mi tumba, es el mundo.

Del brillo cortante de tus ojos, haré láminas para escribir sobre ellas mis historias. Sopla y sueña, pero nunca olvides.

Asrael: Cierra, ciérrate, ante todos, deja de lado que eras un dios: la flor sin macula en el jardín donde florece lo perfecto.

Abominable pasado. Tú: luz dentro de la luz. Ínsula, ceniza de rosa de los laberintos. Rasga tus uñas, con sus sonidos alcanza el éxtasis danzando en el aura obscena de la atmósfera.

Todo a tu alrededor tendrá olor a incienso, a mirra, a la señal de que, el fuego está por consumir las primeras sales.

No te preocupes cuando la serpiente muerda su cola. Tan sólo abjura Asrael. Danza, fornica como un loco. Tu copulación diluviará el círculo.

Miras mis ojos. Yo viajaré contigo a fundar iglesias femeninas en la teogonía del falo.

Te daré la visión de las piedras, la raíz dónde yo he danzado cuando te tuve en mi vientre.

Se pájaro sin tregua, Asrael, copula, que, en la luxación de la vorágine volverán a tus alas las plumas arrancadas por el viento…




(iv)

Nunca sabrás mi nombre porque soy tu dios. He vetado en ti toda inclinación por lo divino. Te quiero hombre, Asrael para que sufras lo que en ti yo he sufrido.

Por tu piel, correrán ríos de cegueras. Calles abandonadas por la alquimia del sexo. Mercaderes de Gomorra traerán ante ti, sus camellos llenos de oro, y niñas vírgenes lavaran tus pies con sándalo, te ofrendarán sus pechos: Flores de cielo con péndulos del paraíso.

Nunca te duermas como el perro se duerme con la canción del amo, escribe. Escribe todo sobre hielo, cuerpo, fuego y polvo.

Deja que en torno a ti vuelen las mariposas, nunca te apoderes de su vuelo. Observa, aprende. Yo, tu dios develaré con el amanecer la llave de la ciudad de los selyucidas. Entonces volarás, y te elevaras hasta los registros del universo con tu nuevo nombre.

Nadie osará tomar tu nombre. Tu mirada tendrá el sello de la furia y todo aquel que entre en contacto contigo se convertirá en ceniza.

En secreto mantuve tu identidad con el mar. En algún lugar al oeste verás una lámpara, esa luz, rescatara tu sombra, entonces, tu risa hechizara a los poetas.

Será el nuevo hallazgo. La fresca depuración contra el hastío. Recipiente donde lavaran sus rostros los incrédulos, los dementes, los enfermos por el mito.
¡Todos giraran en torno a ti! Serás el nuevo sol quien degollara su inocencia. Toma su sangre Asrael. Escribe en su aguafuerte las siete ciudades que te mostré en sueños. Guarda con recelo las laminas de tus plumas.

Yo, criatura de tu esfera ígnea, danzo mientras tu zumo se ramifica en mis pensamientos como el beso Iscariote, del Ofidio.

De las branquias celestes, se desprende la saliva de algún naufrago hitita, que con su caballo de rosas, cruza las nubes tras el vuelo de los pájaros, tras el secreto transparente, de la fruta antigua.

Las hormigas lamen el marfil de tus huesos. Huesos del misterio engranan al yo, que busca.

Nazco del enfoque de tu vientre sin censura, cuando los conjuros del cristal atraviesan los eclipses del subconsciente. Espero el rapto de tu lengua, sustancia que moldeara la carne solo con hacer una línea invertebrada ante la impureza de la luz.

Seré el beso menstrual. Para el cuerpo adolescente, la daga geométrica que penetra en el vacío, confiriéndole atributos a la forma sinuosa de la gravedad.

Me veras en las piedras, escucharas mis llantos. Runas sonoras con tu caracola. Cuando observes la luna obnubilarse en su órbita, lee el humo que custodia la calavera.

Sus caracteres te revelarán un rostro amado por los gusanos.



Daniel Montoly

Saturday, May 14, 2011


La obra Materiales de la revista “Casa de las Américas” de / sobre Roque Dalton, que será presentada este 14 de mayo en La Habana «es una deuda que teníamos con este hombre tan querido y admirado», según Aurelio Alonso, uno de sus compiladores

Materiales de la revista “Casa de las Américas” de / sobre Roque Dalton es el título de la obra que, publicada por el Fondo Editorial Casa de las Américas, será presentada el 14 de mayo, a las once de la mañana, en el tradicional Sábado del Libro en la Plaza de Armas de La Habana Vieja, que coincide con el aniversario 76 del nacimiento del poeta salvadoreño.

Con selección de Aurelio Alonso y Sandra Valmaña Lastres, en este volumen se reúnen textos, tanto en prosa como en verso, aparecidos a lo largo de varias décadas en la revista Casa de las Américas y escritos por el propio poeta revolucionario salvadoreño y por quienes valoran el alcance y la trascendencia de su acción y pensamiento.

Roque Dalton (El Salvador, 1935-1975), incansable luchador por la libertad de su patria, militante marxista-leninista, fue asesinado en su propio país, hecho que conmovió a la humanidad.

Entre sus libros publicados aparecen los poemarios Los testimonios (1964) y Taberna y otros lugares (Premio Casa de las Américas, 1969); así como el ensayo César Vallejo (1963) y el testimonio Miguel Mármol (1972).

En el prólogo a Materiales de la revista “Casa de las Américas” de / sobre Roque Dalton, el sociólogo, ensayista e investigador Aurelio Alonso asegura que esta compilación «es una deuda que teníamos con este hombre tan querido y admirado, como intelectual y revolucionario, digno de ser conocido en nuestra América toda y más allá de ella».

Como es habitual, el espacio del Sábado del Libro se realiza con entrada libre del público.

Fuente: La Ventana

Tuesday, May 03, 2011



Obra de la gran pintora Remedio Varo




UN CORAZÓN LLENO DE CAMINOS


Para Brenda, musa que habita en estos poemas.


I

Yo no tengo mucho que poder ofrecerte
salvo un corazón lleno de caminos
la destreza de mis manos
que revelan la inmensidad de tus pupilas
sobre la ceguera de estas piedras
una puesta de sol
en la noche inexplicable de la vejez
un susurro en la oscuridad
que justifique el silencio de la luz
un amoroso quebranto
que mendigue las caricias de tus pies
sobre la segunda luna del loto
Yo no tengo nada para ofrecerte
pero no por ello
dejo de ofrecértelo todo.

II

Y me hizo el amor
comer de ella, comer la fruta incomprendida
que colgaba de sus dedos
despertándome a la eternidad
Ella ,curó todos los pecados
calmó la sed aterradora
que traía en las venas, apacentó
el alboroto de pájaros veleidosos
que volaban entre mis días y noches
Ella ,en cuyo vientre de espumas
se erguía un árbol con ramas de espejos
que trepidaban mis pupilas
Y me llevo el amor a hacerme carne
en su carne, a convertirme en fuego,
cenizas, en sombra…

III

Mujer, signo de luna que respondiste con tus pies
la inquietud de mi pasado
desataste el nudo de la cuerda negra
que me ataba al talón de la bestia encorvada.
Yo me hago uno con tu aurora,
como flor que abraza el rocío,
como olas que besan la superficie del mar.
Mujer, que escuchaste cuando mi corazón
era nido de relámpagos, llenando de arcos iris
el ostracismo de mis largas noches, ¡Oh mujer!
Yo reconozco tus huellas,
sé de todos los rayos
escondidos en tu cabellera, o de las cascadas
de ternura que resbalan de tus ojos azules
ojos que son lámparas de vida
donde tus pies sostienen el aliento de las estrellas.
Mujer, rehacedme con el polvo de tu luz
para que no pernote en las siete casas
habitadas por el vacío.


Daniel Montoly©


TE ATO MÍ, AIRE Y TIERRA


Te ato a mi boca para gritar al viento
que soy el testimonio de la dicha,
que cuando beso tus tobillos, la luna
celebra, viendo a su hija ser feliz
feliz, como solo la lluvia y la brisa
pueden serlo. Te ato a mi cintura
para que dancemos juntos, arriba
abajo la ancestral danza de la tierra
ungidos por el aroma de las flores.

Me arrodillo a tus pies, para ofrendar
a ellos el hombre que fui y celebrar
el nuevo que soy, hijo de tu vientre,
amante de tu luz, esclavo de tu cuerpo.

Me ato a tus caderas para que seamos
“El Uno” que surge al fundir el fuego,
las llamas que el ritual del placer celebra
adentrándose por el centro del círculo.

Te ato a mis tobillos para que rendida
a mí, el jugo de tus úteros calme la sed
de mi alma, que recorrió los terrenos baldíos
de la espera, soñando estar en tu presencia.

Daniel Montoly©


TAN SOLO DAME…

Dame el perfume de la rosa de los jardines de Babilonia.
Dame las caricias de tus pies
sobre el torbellino de mi estómago.
Dame tu silencio para escucharme
caminar incrédulo por las nubes
Dame tu sombra para que sea mi luz.
Dame el pubis de las estrellas
para en soledad aprender a besarlos.
Dame el pálpito precioso de tus dedos
para convertirme en artesano.
Dame un soplo en mi boca
para jugarle bromas a la muerte.
Dame un nombre
donde las estrellas brillen como si fuesen soles.
Dame una mirada penetrante
.......................................... para saber que existo. Dame…

Daniel Montoly©