Recordando a Mario Benedetti

Tuesday, September 13, 2011

TRES MUNDOS

En Wall Street
el silencio suele usar lentes de color verde/
las nubes especulan
con la ambigüedad de las influencias
del clima;/ los edificios sufren
del hongo de las filtraciones/
a pesar de que nunca llueve
sobre la bolsa de los magnates
que controlan las riendas
del Tercer Mundo/ En Wall Street
los perros llevan collares Gucci/
diamantes/ aretes de oro y
camisetas Armani/
sus dueñas rentan a chicas filipinas
y tailandesas para que
les alivien el estrés con
masajes eróticos/





VOYEUR

Veo que baja por las escaleras con gafas oscuras/
desaparece dentro del bullicio nocturno/
su sombra/ refugio/

los automóviles se aglomeran/
intentan robar
a la muerte
a la velocidad del semáforo

los ejecutivos bajan de sus oficinas
en sus abrigos Burberry; en la esquina/ un grupo
de jóvenes rescata a Lester Young
de los brazos de Billie Holliday

las chicas dan cuerda a las manecillas del viejo oficio/

en el otro extremo/ el camión de la basura
se acerca con dos sicilianos a bordo/

veo que él vuelve
y sube por la parte oscura de las escaleras/
enciende un cigarrillo y se traga
tres píldoras azules, para ir con la moda/




CLARIVIDENTE


Ella/ entra en él para no dejarlo salir nunca/
pero él jamás entra en ella./

Ella se hace forma./
Mira sobre sus pies/ sorprendida/
resplandece con un brillo oscuro/
que ilumina sus ojos ciegos./




Three O'Clock insomnio

A esta hora/ Inés/
las flores despiertan/ el lechero
pasa a dejar la leche/ los perros ladran/
los ladrones dan sus últimos golpes/
los adictos se sacuden
la sobredosis
de la noche anterior/ y yo/ aquí,
melancólico, como perro vagabundo
no termino por desprenderme de tu sueño/
intento arrancarle a las sábanas
las últimas gotitas de tu ADN/ pero me cuesta/
porque de científico
nada/ pero de pendejo lo tengo todo/
porque ¿quién me mandó
a enamorarme
de una “supermodel”?/

©Daniel Montoly

Daniel Montoly (Montecristi, República Dominicana, 1968) estudiante de la carrera de derecho en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Fue finalista en el concurso de poesía Latin Poets for Humanity, ganador del concurso de poesía de la revista Niedenrgasse y del "Editor's Choice Award" de The Internacional Poets Society. Ha publicado en el Primer Volumen de Colección Sensibilidades (España, Alternativa Editorial), Maestros desconocidos de la poesía contemporánea hispanoamericana (USA, Ediciones El Salvaje Refinado), Antología de jóvenes poetas latinoamericanos (Uruguay, Abrace Editores) y en Jóvenes poetas cantan a la paz (Sydney, Australia, Casa Latinoamericana). El Verbo Decenrrejado (Apostrophes Ediciones, Santiago de Chile) Antología de Nueva Poesía Hispanoamericana (Editorial Lord Byron, Lima, Perú) y en la antología norteamericana: A Generation Defining Itself- In Our Onw Words (AMW Enterprises, North Carolina). Algunos de sus poemas han sido traducidos al portugués, inglés y alemán. Colabora activamente con diversas publicaciones literarias y dirige el blogThe Wrong Side, dedicado a la difusión de la literatura hispanoamericana.




Nota del autor del blog: Los trabajos visuales que acompañan esta antología breve son del famoso artista y fotógrafo vasco, Álvaro Antón.

Wednesday, September 07, 2011


MEMORIAS DE UN TRAFICANTE DE JUAGUARES





Arte: Álvaro Antón

Escribir un verso, es como salir de caza

Autor anónimo


A medida que envejezco,

la selva se hace más densa.

Me levanto temprano

y espero que algún jaguar

quede atrapado en mi optimismo.

Pero la inteligencia,

es la más negligente consejera

en este salvaje rompecabezas,

porque los jaguares, fieras impredecibles,

conocen mejor las manías del cazador,

que el cazador a ellos.


INTERSTISIO


Voy a rozar su cuerpo con cada yema,

o con la raíz,

que los dientes del tiempo

no lograron arrancarme

ya que ella se desnudó ante mí, como beso

interminable en noche oscura;

y antes de ponerse el día

me hizo suyo, y yo la hice mía;

y con el ansia de mis dedos, sumidos

por sus temblores,

nos abocamos al pacto de volvernos uno.

Las máscaras ahogaron nuestro secreto,

y la efímera redención de los sentidos,

jamás nos eternizó como este instante.


LA NOCHE POSEE UN CUERPO


Es la noche, infinito cuerpo gitano

sumido en desvelos,

por cuyos misterios elementales

escapan, sonrisas silentes

con estrellados ojos de pez;

y al otro lado del círculo,

en retroactividad,

violines irrumpen el camposanto

con arpegios de viudas.

Sus labios, seducidos por el dolor,

golpean el éter con su lengua.

Pero son sus manos

las que ahogan ataúdes tristes.

Las córneas alucinógenas

recorren las aguas de medusa

al disparar veinte salvas por el muerto.


LA VIEJA CASA DE LOS ABUELOS


Entrar en esta casa, es como caer bruscamente

en una oscura meditación.

Después de abrir los ojos

descubres que eres alguien

extraño a ti mismo.

Los muebles antiguos, dispersos

por sus esquinas alegóricas

y tristes, testimonian

el odio del tiempo hacia las cosas.

La lámpara te mira, y al mirarte,

descubre que los ojos de su niñez

te sonríen ingenuos y ves en ellos,

niños jugando en un jardín

de rosas secas y rostros góticos.

Recorrer esta casa, es abrir tu estómago

a la incertidumbre; descifrar tus miedos

en sus paredes con los dedos.

Siempre con el atardecer se mete en mí

a seducirme, como un ladrón a los objetos,

como una amante bajo las sábanas.

Doy de comer a sus pájaros azules,

riego con agua sus muebles y sus esquinas,

siembro plantas en sus paredes,

pero ella continúa siempre insatisfecha.


BUEYES INVISIBLES


Los árboles visten velos de novias vírgenes

en sus ramas acicaladas, y la multitud

de ojos que los siguen

rezan avemarías

rescatadas de los concilios apócrifos

en sus troncos, ásperos

como los rostros circundantes

que desdibujan el torpe dolor,

al mirar dentro del ojo existencial,

la transitoriedad de la vida.

Los árboles se han vestido con smokin

para despedir jaurías

de impetuosos bueyes invisibles.

Será al anochecer

cuando a lo largo, y a pesar

de la barbilla del invierno inmisericorde,

los vagabundos se reúnan

a contar las bajas sufridas por su ejército.


AMAZONAS


… es en verdad: La implacable voz

de esa actitud espartana

la que nos gobierna.

Han muerto en la carne

los insectos rojos.

En los campos, los cadáveres

desafían al sol,

pescando con sus bocas hediondas

insectos, pájaros incautos,

y uno que otro humano

curioso por ver los halos de los muertos.


Daniel Montoly©