Recordando a Mario Benedetti

Thursday, May 02, 2013


MADRERA


El bramido regresa. Alga marina y fango.
Detrás, una cara. Hombre de tinta.
Lo acompañan otros, muchos…
De dos en dos, a veces tres.
Llegan por una rúa insomne.
Pasan por un frágil puente de madera.
Madrera de saudades.
No entiendo sus palabras.
Sus confusos silencios que me nombran.
Y que gritan. Que dicen tiza. Azafrán. Zozobra
Campanario. Infancia que no vuelve.
Siento el olor a sándalo.
A velas y antorchas incendiadas.
A rojo sangre pasión.
No, niña, solo las putas se pintan de rojo.
Hay un acre sabor dulce que hostiga, sin parar.
También un niño ciego.
En mi pecho dos girasoles negros.
Una caja. Un ataúd. Un féretro.
No, no. Estoy viva. No.
Me golpean en la boca del hambre.
Un hombre pregunta porque calla Dios.
Y no se que decirle.
Y callo. Una y otra vez. Callo.
Baja la frente .Alarga la pollera.
Ponte zapatos de arpillera.
Y me muerde una marea de alas de cigüeñas.

El bramido es una zarza ardiendo.
No se va con los hombres.
Vienen de dos en dos, a veces tres.
©Amelia Arellano.

Nota: Las ilustraciones son de Francisco Goya.

Saturday, April 27, 2013


REJUEGOS DE PALABRAS TIBIAS.



POLÍGONO DE TIROS


Me encanta perderme
por las espesuras/
porque
jamás he sido amante
de los desiertos
       de la carne./







            EN EL CORAZÓN DE LA OSCURIDAD


Soñé queriendo no soñar
estando ausente
del sueño/
pero tomé la ruta
equivocada/ y me perdí
en la llanura más extensa/
que haya devorado
        a un hombre./


SACRIFICE  

La araña se asuspende  
de la propensión
del rocío/
para celebrar el ritual: 
transición 
de la belleza del vuelo  
aerodinámico 
al sacrificio./






CAPERUCITA, EL CÉLULAR Y EL LOBO POSTMODERNO


El lobo me texteó
para decirme/ que perdió sus dentaduras/
por tanto/
ya no vendrá a comerme/
¡Qué frustración!
Ahora/ ¿cómo le explico
lo de la virginidad
       a mis amigas?/


TRATADO DE TORTURA CHINA.

La bella contradicción
que es/ morir
de un ataque de alegría
interrupta/
hasta levitar
dejando al cuerpo
en evidente estado
de mal de humor/
     frustrado./







JUMP OF THE BRIDGE 
  
Con todo el peso de su amor 
atado a mi pie 
 izquierdo 
me lanzé al vacío/
creyendo ser  
el héroe/
que lograría salvarla 
de sí misma./





Extendio su lengua/ con la facilidad de una cuchara./ 
La superficie/ húmeda recibió al invitado/ 
como/ a un viejo conocido/ alguien/ 
que no necesita/ “appointment”/      
cuando pasa/ a la recámara./







El ahora no tiene tiempo/ sino un aquí/ perenne/ 
como / el asombro mismo/al asombranos./ 


Daniel Montoly©

Daniel Montoly (Montecristi, República Dominicana, 1968) estudiante de la carrera de derecho en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Fue finalista en el concurso de poesía Latin Poets for Humanity, ganador del concurso de poesía de la revista Niedenrgasse y del "Editor's Choice Award" de The Internacional Poets Society. Ha publicado en el Primer Volumen de Colección Sensibilidades (España, Alternativa Editorial), Maestros desconocidos de la poesía contemporánea hispanoamericana (USA, Ediciones El Salvaje Refinado), Antología de jóvenes poetas latinoamericanos (Uruguay, Abrace Editores) y en Jóvenes poetas cantan a la paz (Sydney, Australia, Casa Latinoamericana). El Verbo Decenrrejado (Apostrophes Ediciones, Santiago de Chile) Antología de Nueva Poesía Hispanoamericana (Editorial Lord Byron, Lima, Perú) y en la antología norteamericana: A Generation Defining Itself- In Our Onw Words (AMW Enterprises, North Carolina). Algunos de sus poemas han sido traducidos al rumano, portugués, inglés y alemán. Colabora activamente con diversas publicaciones literarias y dirige el blog El Wrong Side, dedicado a la difusión de la literatura hispanoamericana.
Nota del autor del blog: Las obras visuales que liustran esta muestra de poemas son del artista francés Marcel Duchamp y rpvienen de diversas fuentes del Internet.

Monday, March 18, 2013

ANTOLOGÍA BREVE.




LA CENA CON LOS VAMPIROS

Mi universo se puebla esta noche con tractores mágicos/
el maíz sembrado dentro de mis ojos
me impide traducir un verso de Luís Cernuda
a unos poetas y académico gringos
recién llegados de otra urbe metropolitana
al caffeehouse. Otro grupo de poetas
se entretienen colonizando /visualmente/
la cúspide de un par piernas "teenagers"/ mientras
el reloj del banco indica que son las 2:00 am/
La cena con los vampiros recién empieza
a cosechar sus frutos/ veremos quién será el primero
en besar su hoguera íntima/



LIBERTINO

Me siento nacido para el ocio
-Publio Ovidio Nasón-

Traducción de José María Álvarez

Al rozar la bondad del deseo
mi boca reniega
de la moral
y sólo se pliega
al dogma
de los vicios.
Fumo de tu imagen
lo necesario
para sentirte cerca.
y así, dormido
en tus senos
despierto al ocio
y al semen
de esta botella.



ODA A UN POETA JOVEN

el joven apátrida, naufrago insular
con un bolero en los ojos
desembarcó
en la Metrópolis:
istmo de veinte mil leguas
entre El Caribe
y Grecia.
con la isla al trote
naufragándole
en los hombros
hablaba
de la poesía,
como
de una viuda, achacosa
y vieja.
lo veía en los bares
y cafetines
en Sullivan Avenue
toreando
minotauros
y sirenas promiscuas.
al vaivén
entre Ulises y Caronte.
en Julio del 1997
de acuerdo
a las malas lenguas
cogió una balsa
de retorno
a Itaca
y en la blancas olas
de su adorada
Ítaca, cavó su sepultura.



BALADA PARA EL HUNDSON RIVER

el en imperturbable invierno del 2003
el piélago del Hundson
sembraba
pingüinos blancos
en las orillas.
con las olas
danzado en la quietud
como alas motrices
de un pájaro
gélido y
caudaloso.
él se echó a caminar
sobre las aguas
como en el milagro
bíblico,
tatareando “ Don’t stop,
believe”.

mas sus pies
cedieron por su peso
al desarraigo.
convulso río adentro.
dolor adentro
como navegante
con brújula
a la deriva.
Verano del 2008,
--la brisa y el olvido
no perdonan
desafío alguno--
el Hundson
con exuberancia
de anaconda
mantiene su cuerpo inédito
y las alas del milagro
permanecen
rotas...



Réquiem a la soledad de un hombre

El, era gentil y frágil.
Al perderse con la tarde le gustaban los poemas de Frost,
digamos que también Blake, Pound, Eliot y Poe.
Marilín, Hendrix y la sopa Ramen,
fueron las deidades invocadas en las paredes de su templo sacro.
Veneradas con humo de pachulí, jazmín,
sándalo. Entumecidas con lágrimas,
como las flores del andrajo, que crecen solas.
Engrosaba sus blancas córneas
con las embestidas del insomnio,
y a la soledad interior,
con algo de sexo casual,
y un poco de Éxtasis por las noches
“para estar a la moda.”
Era ineludiblemente sólo un hombre solo.
Expulsado de los iluminados,
para sentir los atropellos de la noche
en sus testículos, otoñales.
Era ineludiblemente, sólo un hombre solo
mirando, el ferry de Staten Island
morirse con sus miradas melancólicas
en las gotas de una noche lluviosa.


Daniel Montoly©

Daniel Montoly (Montecristi, República Dominicana, 1968) estudiante de la carrera de derecho en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Fue finalista en el concurso de poesía Latin Poets for Humanity, ganador del concurso de poesía de la revista Niedenrgasse y del "Editor's Choice Award" de The Internacional Poets Society. Ha publicado en el Primer Volumen de Colección Sensibilidades (España, Alternativa Editorial), Maestros desconocidos de la poesía contemporánea hispanoamericana (USA, Ediciones El Salvaje Refinado), Antología de jóvenes poetas latinoamericanos (Uruguay, Abrace Editores) y en Jóvenes poetas cantan a la paz (Sydney, Australia, Casa Latinoamericana). El Verbo Decenrrejado (Apostrophes Ediciones, Santiago de Chile) Antología de Nueva Poesía Hispanoamericana (Editorial Lord Byron, Lima, Perú) y en la antología norteamericana: A Generation Defining Itself- In Our Onw Words (AMW Enterprises, North Carolina). Algunos de sus poemas han sido traducidos al rumano, portugués, inglés y alemán. Colabora activamente con diversas publicaciones literarias y dirige el blog El Wrong Side, dedicado a la difusión de la literatura hispanoamericana.
Nota del autor del blog: Las obras visuales que liustran esta muestra de poemas son del artista francés André Derain y rpvienen de diversas fuentes del Internet.

Wednesday, March 13, 2013

 Virgilio Piñera: el hombre que guardaba poemas en el refrigerador



Desde la experiencia personal, cinco galardonados con el Premio Nacional de Literatura ―Miguel Barnet, Abelardo Estorino, Reynaldo González, Pablo Armando Fernández y Antón Arrufat― hablan sobre Virgilio Piñera

por Alberto Dolz

“Era un raro y un maldito deliberado, pero nunca fue una persona malvada”. “Era triste, se dolía de muchas cosas… amaba a su literatura, que, aunque estaba llena de chispas y de juegos verbales, era dolorosa”. “Excluido y autoexcluido, su marginalidad fue en parte voluntaria y casi estratégica”. “Era muy simpático a veces, y a veces tenía ese dramatismo de autocalificarse sin autoconmiseración”. “Guardo la más conmovedora demostración de lealtad y ternura, que compensaba una devastadora soledad”.

A golpe de frases, espontáneas unas, repensadas otras, un quinteto de escritores galardonados con el Premio Nacional de Literatura ha esculpido un rostro ―definitivo sería inadmisible― de Virgilio Piñera, de quien cada uno de ellos obtuvo una parcela desigual de su amor y amistad y también de sus desplantes y mordacidades.

Miguel Barnet lo conoció en 1963. Entonces veintiañero, le entregó a Piñera en el restorán El Carmelo su primer poemario, La piedra fina y el pavorreal. El maestro reaccionó airado. Estimó que aquellos poemas imitaban el suyo ―La isla en peso―, escrito veinte años antes, del cual Barnet ni tenía noticias. “El helado de chocolate me cayó mal. Ese fue el primer encontronazo con Virgilio. Fue un encuentro maravilloso, porque me permitió entrar en el arcano divino que es La isla en peso, ese gran poema que se compara únicamente con El retorno al país natal, de Aimé Césaire, y me di cuenta de que aquella patada era también un elogio a la larga”, rememora riente Barnet.

“Recuerdo a Virgilio Piñera haciendo alarde de sus conocimientos de En busca del tiempo perdido. Sabía más que nadie de la duquesa de Guermantes y de toda su parentela. Recuerdo, también, verlo entrar en los años setenta por la puerta de mi casa y preguntar: ‘¿Compraste los espaguetis?’”. Son remembranzas del dramaturgo Abelardo Estorino, creador de El robo del cochino, una pieza que le hizo exclamar a Piñera frente al autor: Diste un zapatazo!”.

Estorino, sin embargo, se resiente de otras menos propicias opiniones de su amigo. “Yo creo que él no me tomó muy en serio desde el punto de vista literario”. Piñera decía, con socarrona ironía, que Estorino pasaría al parnaso por una versión de La cucarachita Martina. “Él hablaba con Antón (Arrufat) de una manera diferente. Ellos hablaban de literatura francesa, de cualquier cosa, y en mi casa hablaba de cosas cotidianas. Yo conocí a un Virgilio que era otro. Que se quejaba, que era triste, que se dolía de muchas cosas”, desgrana con un tono sombrío Estorino, mientras juega con un lápiz en su boca.

Para Reynaldo González, el gran poeta y dramaturgo cubano nacido en 1912 era un puzzle, un intelectual con una “trayectoria respondona e hiriente como un cactus”, para la cual faltó aprecio social.

“Íbamos juntos a Coppelia, al cine; era un hombre ya mayor, y conversábamos siempre sobre la película. Lanzaba unas frases drásticas. Recuerdo la etapa en que íbamos a la Cinemateca, para ver aquel ciclo de Miklós Jancsó, y ahí aplicaba la frase bonita”. A la pregunta: “¿Qué te pareció Viryi?”, él respondía: “Ni carne, ni pescado”.

Piñera, quien a principios de los años sesenta dirigía la colección Ediciones R, publicó el primer libro de cuentos de González, Miel sobre hojuelas. “Su pobreza, homosexualidad y amor por el arte las afrontó sin retractaciones. El telón de fondo de sus tropiezos fue una sociedad mezquina”, considera González.

Asumiendo su identidad sexual con entereza, a diferencia de otros que prefirieron disimularla, Piñera atrajo para sí muchas miradas, dardos y desdenes. Pese a un primer reconocimiento institucional en los sesenta ―publicación de su teatro y poesía, puesta en escena de sus obras, viajes al extranjero, ejercicio de la crítica en la prensa―, en los setenta su vida dio un vuelco. Una política cultural tan homofóbica como pedestre lo sumió en el ostracismo hasta su muerte, ocurrida en el otoño de 1979. González lo resume así:

“Su condición homosexual lo hizo blanco de todas las desdichas porque el desprecio resultó institucionalizado y para la víctima, una minusvalía inapelable… Quienes pudieron auxiliarlo, optaron por el silencio. A Virgilio Piñera le cayó encima todo el peso de la isla. Sin embargo, su talento era indiscutido, incluso para sus enconados enemigos… Su afán de servicio quedó evidenciado en las empresas editoriales en las que se comprometió. Un buen día, de sopetón, te convidaba a una lectura, rito sacro-mágico de la amistad, ocasión memorable, y luego se devolvía a sus silencios. La muerte lo encontró con las gavetas colmadas de papeles inéditos que ahora salen a la luz”.

Pablo Armando Fernández todavía no alcanza a saber por qué y por quién fue designado para despedir el duelo. “Todos sabemos que Virgilio Piñera era enemigo de toda solemnidad. Él veía toda solemnidad ligada al fraude”, rezaba uno de los párrafos del panegírico fúnebre, redactado a toda carrera, junto al poeta Heberto Padilla, en casa del también poeta César López.

Fernández recuerda que conoció a Virgilio ―“aún entonces la figura más controvertida de nuestras letras”― de la mano del escritor Severo Sarduy en la sala de redacción de Lunes de Revolución, un suplemento que pronto se convirtió en una plataforma de ataque contra los aires estéticos y las pretensiones teleológicas del grupo Orígenes, liderado por José Lezama Lima. “Sus actitudes y opiniones respecto a la literatura cubana y sus autores creaba una cierta indisposición hacia su persona”, reconoce Pablo Armando Fernández.

“Virgilio dejó una colección de poemas en francés. Era un adorador de Baudelaire. Entre sus inéditos está la traducción de Las flores del mal. Recitaba a Racine. Nos deleitaba con su interpretación de Fedra. Se consideraba un conocedor de Napoleón Bonaparte”.

Ambos ―Piñera y Pablo Armando Fernández― vivieron en el mismo edificio un par de años. Cuenta Fernández que antes de irse a la última tanda de cines arrabaleros, Piñera tomaba en su regazo a Jeka, la hija más pequeña del poeta, y “la dormía recitándole poemas de Darío y Martí. Era naturalmente afectivo, no obstante, nunca lográbamos escapar de su cariñosa ironía, hasta en la dedicatoria de sus libros. Era un hombre cuya compañía más cercana había sido la soledad… Detrás de ciertas actitudes que en nada le favorecían se ocultaba un hombre tímido, dulce, amoroso… Siempre se nos adelantó. Yo lo amo con toda mi alma.”

Y ese carácter de adelantado de Piñera lo confirma Antón Arrufat, albacea de su obra y uno de sus más íntimos amigos, a quien el autor de Aire frío llamaba, entre cariñoso y ponzoñoso, la víbora.

Enfocándose en las breves narraciones de Piñera, algunas de apenas un párrafo de unas treinta líneas, Arrufat asegura que tales minicuentos, microrrelatos o textículos encumbran a su autor, dentro de la literatura en español, “como un iniciador de esta forma de narrar, de los primeros, casi, en inventarla”. Para argumentarlo echa mano a “La boda”, de 1941 ―“un clásico de la ficción súbita”―; y también a “El insomnio” ―“ficción de once líneas”―, o a “El comercio”, “El parque” y “La batalla”, “que a menudo no llegan al tamaño de una cuartilla y que son también esencialmente visuales”.

“Si la literatura tuviera caras ―precisa Arrufat― su obra tan peculiar vendría a ser otra cara de la literatura latinoamericana formada por unos cuantos marginados como Juan Carlos Onetti, Pablo Palacio o Felisberto Hernández. Si su futuro lector se halla familiarizado con la obra de Cortázar o Carpentier, quienes sintieron y manifestaron por su escritura un seguro desdén, pronto se dará cuenta este curioso lector, tal vez desde la línea inicial, de que ninguna semejanza encontrará entre ellos y Piñera. Son escrituras diametralmente opuestas… Su interpretación o la imagen que ofrece de América Latina es menos brillante y tal vez más pobre, pero más punzante”.

Descarnada y virulenta, ingeniosa y ruda, inverosímil y creíble, áspera y delicada como el mismo autor, la literatura piñeriana también es lunática, y oculta en el lado oscuro, tal vez con un pudor reprochable, sentidos sonetos de amor.

“Un día fui a su casa y le dije: ‘Virgilio, has leído unos textos maravillosos, pero no hay nada que hable del amor’… ‘Ah, es que tú no sabes nada’, respondió. Y abrió el refrigerador y sacó un cartapacio de sonetos y poemas en prosa de amor ―deberían ser muy calientes cuando los tenía en el refrigerador―. Aquello me pareció el absurdo total, y yo cogí aquellos poemas que estaban fríos, algunos humedecidos, poemas extraordinarios, del amor oscuro…”, repasa Miguel Barnet, a cuya iniciativa se debe la grabación clandestina de poemas en la voz de Piñera mediante una minigrabadora ―entonces un gadget futurista en la Cuba de los setenta― velada en un butacón Reina Ana. Cuando el poeta se percató de que lo grababan, dejó de leer.

“Lo que no sea en la realidad, que sea en la imaginación”, recordaba Arrufat que solía decir Virgilio Piñera. A veces, muchas veces, consiguió superar la máxima de su predilección. De modo que bien podría quedar así: lo que sea en la imaginación, que también sea en la realidad. De eso se ocupan los genios. Para bien o para mal. 
Tomado de La Ventana

Tuesday, March 12, 2013

Daniel Montoly, antología mínima.







Incertidumbre

Será que para nosotros
no habrá vuelo de paloma.
Perdóname el miedo:
que la sangre,
adquirirá el cruel color de la mentira
inexplicable.
Entonces todo, será
como un nombre pomposo
olor a defectuosos ganglios
con el sudor de la crudeza
en el vértigo.

Y cada ojo deshabitado
que descanse en algún hombro,
recorrerá el vacío eterno
                   rumbo al inevitable éxodo.


El tejedor de alfombras

Abortándose en la sombra
el aedo, bebe del sumo de su angustia
               como tejedor de alfombras turcas,
las palabras no rehúsan ser las cosas.

Enrostradas por los designios del verbo
se vuelven especimenes del submundo
de las piedras que hablan,
               con pobres voces de misterio,
refugiándose en las barbas de Tagore.





Las puertas del escalofrío.

Las puertas de mi barrio convergieron una vez alrededor de un escalofrío.
Tensaban sus músculos rojos, y del fondo retamal de su pereza,
brotaban disfrazados, los eclipses del espanto.
Ahora nos encontramos debajo. Justo debajo de las corazonadas de sus goznes. Suenan como galeras de violines sordos o como un piélago de pájaros
que incendian la calma peregrina
deformando las pupilas oculares, en botones erráticos.
Y todo esta remembranza se transforma,
en una paulatina costumbre de ser aves, siniestras.


Muchachas con bar al fondo



Sus pestañas aerodinámicas sobresalen en la oscuridad de los escaparates. Traspasan diestramente  los altercados de los deseos que imaginariamente poseen sus fuentes de infelicidad -y son felices- las palabras que alcanzan a sobreponerse ante tal inusual sorpresa. Mirando sus labios hermosos, perderse en la furiosa luz del accidentado paisaje del nocturno boulevard.



Evas de la ancestral estirpe, diamante pulidos por el más viejo oficio frente a los ojos de los hombres que las contemplan. Madres del mismo fulgor del fuego que abrazamos con las manos desarraigadas del instintivo origen. Nuestros dedos escalan sus pezones -como alpinistas eróticos- deseosos de caer al precipicio de sus días.



Ellas son las mujeres pájaros sin plumas. Con largas piernas de musgo vaporoso. Magdalenas de la apoteosis nocturna, que esconden en la redondez de sus glúteos, el secreto de las palpitaciones -y en su silencio- la nomenclatura de la música.






Testamento.



Cuando me haya muerto

permitirle a  Bod Dylan cantar sobre mi sepulcro

con su amplia voz de relámpago viejo



dejar las hierbas cubrir mis letras con rabia,

porque no quiero hipócritas



no quiero palabras huecas que hablen de mí

en tercera, y falsa persona



tampoco velámenes, ni flores,

porque sólo deseo morir para estar en lo cierto



y ser una partícula de la noche inmensa.

























Autorretrato para la muerte.



Mi querida imagen, advertirte sumergida y ahogada

en el oscuro fondo sublime, recorrida

como una puta nocturna, sin preámbulos cuadrados

antojadizamente negra como mi sangre,

hiriente y silenciosa, tragándome en tu sibilino óbito

y absorto, en tu cóncavo reflejo, soy ángel

confeso, embriagado con tu sombra.






CIUDAD A FLOTE



La ciudad amaneció suspedida sobre una blanca placenta

mientras, las modorras fecales

de las palomas

trazan grabados rupestres

sobre los ladrillos de la vieja plaza.



Un ser circular usa el móvil de sus inquietudes

      para tocar el fondo

de sus fobias íntimas.



Se destierra, a las oscuras ramificaciones

contiguas al miedo,

tatuándose amapolas grises

con viejas señales de humo.



Se transforma en la miscelánea de taxis:

Cuervos amarillos

que picotean su mortaja ósea,

          sobre la ingravidez de la nieve.



 



(IV)



Sentir en el aire los rezos constantes de los muertos

como evidencias de su angustia.



Volver a la extensa matriz del polvo

roto el himen de la ingenuidad,

expulsado de la luz, ángeles fieros

y sin rumbo.



Caer destemplado al polvo

mirar al final la fosa abierta

futuro cántaro para las lágrimas

del crematorio.







 


Daniel Montoly©


Daniel Montoly (Montecristi, República Dominicana, 1968) estudiante de la carrera de derecho en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Fue finalista en el concurso de poesía Latin Poets for Humanity, ganador del concurso de poesía de la revista Niedenrgasse y del "Editor's Choice Award" de The Internacional Poets Society. Ha publicado en el Primer Volumen de Colección Sensibilidades (España, Alternativa Editorial), Maestros desconocidos de la poesía contemporánea hispanoamericana (USA, Ediciones El Salvaje Refinado), Antología de jóvenes poetas latinoamericanos (Uruguay, Abrace Editores) y en Jóvenes poetas cantan a la paz (Sydney, Australia, Casa Latinoamericana). El Verbo Decenrrejado (Apostrophes Ediciones, Santiago de Chile) Antología de Nueva Poesía Hispanoamericana (Editorial Lord Byron, Lima, Perú) y en la antología norteamericana: A Generation Defining Itself- In Our Onw Words (AMW Enterprises, North Carolina). Algunos de sus poemas han sido traducidos al rumano, portugués, inglés y alemán. Colabora activamente con diversas publicaciones literarias y dirige el blog El Wrong Side, dedicado a la difusión de la literatura hispanoamericana.


Nota del autor del blog: Las obras visuales que liustran esta muestra de poemas son del artista Fracias Bacon y rpvienen de diversas fuentes del Internet.