Recordando a Mario Benedetti

Monday, November 29, 2010

ARCHIVO:No es posible hablar de poesía sin Vallejo


César Vallejo, en el septuagésimo aniversario de su desaparición física, es un guía tutelar para su pueblo, y para Nuestra América toda

por Marlene Vázquez Pérez

No es posible hablar de poesía latinoamericana del siglo XX sin mencionar al poeta peruano César Vallejo. Su obra, que se debate entre autoctonía y universalidad, nacionalismo y vanguardia, da fe de las tremendas contradicciones de la época en que vivió. Nacido en Santiago de Chuco, en 1892, y procedente de una familia de clase media, aunque situada en el modesto contexto provinciano, creció en un hogar católico y feliz, firmemente asentado en la concepción patriarcal de la familia numerosa, nucleada alrededor de los padres.

Descendía de indias chimúes y sacerdotes españoles, y su condición de mestizo le acarreó la consiguiente discriminación racial y social. Dotado de un talento especial, que fue advertido por maestros y familiares desde la infancia, fue protegido y ayudado por sus padres y hermanos mayores, quienes se esforzaron al máximo para que concluyera una carrera universitaria.

Tuvo una iniciación laboral temprana, que marcaría su vida y obra, luego de dos intentos fallidos de cursar estudios superiores. Un empleo en el asentamiento de Quiruvilca lo convirtió en testigo de la dura explotación del minero peruano, experiencia que trasladaría años después a su novela proletaria El tungsteno (1931). Poco más tarde sería el preceptor de los hijos de un rico hacendado, su bautismo como pedagogo. También fue ayudante de cajero en otra rica hacienda, donde se llevaba un atroz régimen de trabajo y los salarios eran míseros.

En medio de estas difíciles condiciones de trabajo, es capaz de economizar para costearse la matrícula en la carrera de Letras en la Universidad de La Libertad, de Trujillo, en 1913. Mientras, trabaja como maestro y participa en la vida cultural de la ciudad, donde contacta con otros jóvenes que comparten sus inquietudes. De esta etapa son sus poemas inaugurales, no siempre logrados, pero sí anunciadores de una honda sensibilidad lírica y humana.

Se gradúa con honores, con una tesis titulada El romanticismo en la poesía castellana. Ya es un joven atormentado, susceptible, contradictorio, que se enamora muy apasionadamente y padece hondos desgarramientos amorosos. Luego marchará a Lima en busca de mejores perspectivas intelectuales.

La capital le depara un corto período de calma y estabilidad económica, pues llegó a ocupar la dirección de un prestigioso colegio, gozó de la amistad y estimación de importantes figuras de las letras, que accedieron al manuscrito de su libro Los heraldos negros, finalmente publicado en 1919. Casi contrae matrimonio con una joven a la que amó desaforadamente, acontecimiento que marca su poesía de entonces, pero amaba demasiado la libertad y la literatura para cambiarlas por la estabilidad.

Estudió Leyes en la Universidad Mayor de San Marcos, en Lima, donde aún hoy se deja ver su huella, no sólo en la dorada efigie de bronce que perpetúa su memoria, a la entrada de la escuela de Letras, sino en el afecto y la veneración que le tributan los enamorados sanmarquinos y los profesores y estudiantes en general.

Son años de hondas contradicciones y luchas en el Perú y en otras zonas del continente. Vallejo, demasiado turbado por sus propios dolores de alma, que se acrecieron además con la muerte de su madre, no tiene implicación directa, pero simpatiza con el movimiento huelguístico de los obreros peruanos, que reclaman la jornada de ocho horas, o con las repercusiones en su patria del movimiento por la Reforma Universitaria, iniciado en la universidad argentina de Córdoba, y que influiría en todo el continente.

Al país llegan además los aires de la Revolución de Octubre, y en ese contexto colabora la revista Nuestra Época, que fundara el marxista peruano José Carlos Mariátegui, con quien se sintió profundamente identificado.

El golpe de estado de Augusto B. Leguía tiene lugar en mayo de 1919, en una Lima asolada por la represión policial y las protestas obreras. Su consigna demagógica “Patria Nueva” confundió a los estudiantes y a la clase media, que creyeron mayoritariamente en sus promesas y apoyaron a su gobierno. Sin embargo, reprimió sangrientamente a los obreros, y sus principales dirigentes fueron encarcelados y algunos, como Mariátegui, debieron salir al exilio.

Es entonces cuando sale a la luz su primer libro, Los heraldos negros, en julio de 1919. Varios críticos reconocidos lo celebran. Resaltan su tono renovador, que aunque era portador aún de la impronta modernista, ya poseía una nueva sensibilidad y la poderosa originalidad del gran poeta que sería César Vallejo.

El coloquialismo irrumpe en varios poemas del libro, y coexiste con elementos formales propios del Modernismo, presentes en otros textos, como los versos alejandrinos (14 sílabas) y endecasílabos (11 sílabas), o las referencias mitológicas. Lo mismo puede decirse de las rupturas de sistema, la deslexicalización de frases hechas, la sencillez expresiva, el apego a los temas de la vida cotidiana, entre otros recursos. Todos estos elementos, que serían retomados posteriormente por la poesía conversacional, hacen de este poemario un libro precursor en ese sentido.

Es un libro sombrío, de dudas, de debate entre la vida y la muerte, de invocaciones a Dios en tono de reconvención, porque se ha desentendido de los problemas del hombre que ha creado. Le confirma su visión amarga de la vida el hecho de verse envuelto, por accidente, en un proceso judicial en su natal Santiago de Chuco, que lo llevaría a cumplir injustamente ciento doce días de cárcel. Nunca se repuso del dolor de la prisión, que será presencia frecuente en el resto de su obra.

Su libro Trilce (1922) fue casi unánimemente incomprendido, por su experimentalismo, su renovación del lenguaje poético y su ruptura con el buen gusto establecido. Se desentiende de las rimas y metros tradicionales, y ejerce en él su vocación de vanguardia, lo cual ocurre sin haber contactado aún con los ismos europeos y sin fundar escuelas ni lanzar manifiestos. Se trata de la metamorfosis de su propia originalidad, de su verbo y su sensibilidad especiales, que lo llevan a la búsqueda libérrima de su propia expresión. En muchos sentidos este libro anticipa decires que luego serían habituales en el surrealismo francés, aún no constituido como escuela.

Llega a París en julio de 1923, cumpliendo con una regularidad de las letras continentales desde el siglo XIX, y ya no regresará a Perú. Le aguardan grandes restricciones económicas, enfermedades y calamidades de todo tipo, compensadas en parte por el amor de la que luego sería su esposa, Georgette de Vallejo.

Paulatinamente se inserta en la vida cultural parisina, obtiene una beca de estudios en Madrid que gestiona arduamente, se relaciona con intelectuales latinoamericanos y españoles y publica en revistas y periódicos. También colabora en la revista Amauta, que dirige su coterráneo Mariátegui, quien le dedica en 1926 un extenso ensayo reconociendo el carácter fundador de la poesía vallejiana para las letras latinoamericanas.

Su pensamiento se radicaliza cada vez más, su interés y su solidaridad hacia el dolor ajeno se extienden hacia toda la humanidad, y comenzará a leer sobre el marxismo. Hace dos visitas a la Unión Soviética que lo harán advertir la valía del nuevo mundo en gestación. Sin embargo, si bien reconoce el compromiso político del ciudadano, no concibe la obra de arte de carácter propagandístico o panfletario, sino que lo político debe ser algo mucho más profundo e integrado al proceso creador.

Su expulsión de París, en 1930, es el resultado de sus posiciones explícitamente revolucionarias, y entonces marchará a España, donde se incorpora al Partido Comunista. La República Española está en sus albores, hay en ella un mensaje de esperanza para su pueblo, una mirada hacia el futuro, pero la realidad sigue siendo de pobreza extrema. Esta experiencia lo convence definitivamente de la necesidad de la revolución social como única vía para implantar un orden más justo.

Su cercanía a España, su seguimiento del destino ulterior de la causa republicana y su participación a favor de la izquierda y el antifascismo se mantienen, aún después de retornar a Francia. Participa activamente en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, celebrado en 1937, en plena Guerra Civil Española.

El mayor absurdo de su vida, una muerte prematura que le llegará brutalmente en 1938, cuando ya es un escritor hecho, en el mejor momento de su madurez estética y política, es una suerte de reafirmación de su tristeza permanente. Todos estos años de radicalización de su pensamiento quedan sintetizados en una estimable obra ensayística, pero sobre todo en las honduras de sus libros póstumos, ordenados devotamente, página a página, por Georgette de Vallejo, Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz, que denotan una unidad estilística y una coherencia de pensamiento revolucionario, tanto en versos como en actos.

Es su amor desbordante al ser humano el hilo conductor que une ambos libros, con los cuales da fe de su tránsito del sentido individual del dolor y la injusticia a una visión colectiva, social, de esta problemática.

Por eso hoy, en el septuagésimo aniversario de su desaparición física, César Vallejo, ceñudo y triste en el busto samarquino, desafiando la garúa limeña, es un guía tutelar para su pueblo, y para Nuestra América toda; una voz que desafía su natural silencioso en vida para ser clamor de los que sufren, trabajan y aspiran a un mundo mejor.

Marlene Vázquez Pérez es escritora e investigadora del Centro de Estudios Martianos (La Habana).

Tomado de CubaNow

Tomado de La Ventana

Thursday, November 11, 2010

Entrevista a la escritora Nicaragüense Gioconda Belli
“La sociedad necesita la participación de la mujer”

Silvina Friera

Página 12

En su última novela, la escritora nicaragüense plantea un país imaginario, Faguas, donde el gobierno está a cargo del Partido de Izquierda Erótica, más libertario que feminista. El movimiento realmente existió en el país centroamericano y ahora Belli intenta reflotarlo.


Las generosas proporciones de Gioconda Belli conquistan admiradores silenciosos en el lobby del hotel. Los ojos tildados de ese puñado de hombres no pueden evitar –ni se esfuerzan por disimular– el efecto hipnótico que genera ese físico voluptuoso. Tal vez no sepan que esa mujer de pelo volcánico y boca sensual espantó a la sociedad nicaragüense de los años ’70, que la acusó de celebrar en exceso los misterios del cuerpo, el sexo, el erotismo y el goce íntimo, cuando se atrevió a hablar de “vientres y humedades” en sus primeros poemas. Quizá tampoco sepan que fue guerrillera en tiempos en que había que luchar contra la dictadura de Anastasio Somoza; que fue madre y tuvo a tres de sus cuatro hijos en medio de la revolución sandinista, de la que fue una de las máximas protagonistas. La escritora pide una botella de vino tinto y responde un imperioso mensaje de texto que le llega desde Lima, Perú. No importa que recién sean las 6 de la tarde. Necesita un poco de alcohol para transitar el final de una gira que la tiene viajando por toda América latina con El país de las mujeres (editada por Norma y ganadora del Premio La Otra Orilla 2010), novela en la que postula, con alta dosis de humor, cómo sería llevar a la práctica un gobierno sin varones en un país imaginario, Faguas, al que recurrió para explorar la realidad a la que se enfrentan las mujeres, tanto en Latinoamérica como en otras regiones del mundo. “Me quieren poner una entrevista muy temprano; pero a las 7 de la mañana no sé quién soy”, se excusa Belli.

“Prometemos limpiar este país, barrerlo, lampacearlo, sacudirlo y lavarle el lodo hasta que brille en todo su esplendor. Prometemos dejarlo reluciente y oloroso a ropa planchada”, se lee en el Manifiesto del Partido de la Izquierda Erótica (PIE), movimiento quizá más libertario que feminista, cuyo llamativo emblema está representado por dos pies con las uñas pintadas de rojo. La protagonista de El país de las mujeres, Viviana Sansón, ha sido elegida presidenta apoyada por el PIE, un partido que existió en Nicaragua y que ahora Belli está impulsando a través de una página web: www.partidoizquierdaerotica.com. “Las eróticas”, como las llaman peyorativamente a la presidenta y al grupo de mujeres que la acompañan, deciden tomar una medida “revolucionaria” en Faguas, espacio imaginario que aparece en la primera novela de Belli, La mujer habitada: envían a todos los funcionarios hombres del gobierno a sus casas por seis meses para que se entrenen en las tareas del hogar. La presidenta quiere revertir la idiosincrasia de ese país que tiene la mentalidad de “una mujer dependiente y abusada”. En pocos meses la presidenta trastrueca las costumbres y convierte al Estado en un ejecutor de políticas que algunos consideran “disparatadas”, como que el agua llegue gratis a los barrios, para que se mantengan limpios; la inauguración de la carrera de Maternidad en la universidad y en escuelas secundarias (para hombres y mujeres); la alfabetización obligatoria para las mujeres analfabetas del campo y la ciudad; y los talleres de “respeto y poder” para las parejas víctimas de la violencia doméstica, entre otras medidas.

–Más allá de la historia que se cuenta en la novela, ¿cómo cree que se puede revertir esa mentalidad de dependencia y abuso en países latinoamericanos que han tenido, para colmo de males, tantas dictaduras?

–Mire, los gobiernos autoritarios en general son paternalistas para mantenerse en el poder. El paternalismo lo viví en Nicaragua y se sigue reproduciendo; es muy negativo para la formación política de los pueblos: genera dependencia y abusos. Creo que se revierte rompiendo ese círculo de dependencia para recuperar el sentido de tener el poder para cambiar las mentes. El sistema te obliga siempre a estar dividiéndote, a escindirte como persona, a vender tu libertad por comida, a vender tu dignidad para avanzar políticamente. Lo que se está planteando en El país de las mujeres es un gobierno que no solamente atienda la dignidad de las personas, sino que atienda una concepción más integral, donde la gente no se tenga que estar partiendo en dos, donde la vida no tenga que estar separada entre lo privado y lo público, sino que el ejercicio del poder tenga otra característica; que no sea un ejercicio de dominación, sino un ejercicio de “cuido”, de alimentación del alma, que consiste en brindar felicidad a la gente, incorporándola plenamente en la solución de sus propios problemas.

–Para solucionar problemas como la dominación, ¿es necesario tomar medidas extremas, que incluso pueden resultar “antipáticas” o “autoritarias”, como la de enviar a los hombres durante seis meses al hogar?

–Bueno, depende. En algunos casos es necesario ejercer el poder de otra manera. En la novela, la medida no es tan drástica en cuanto a las consecuencias que va a tener sobre la gente, porque no es que los están mandando a un campo de concentración ni nada por el estilo. Están mandando a los hombres a sus casas y con un salario. No podemos gobernar si no tenemos el aire, el espacio, si no tenemos realmente la posibilidad de decidir qué es lo que vamos a hacer sin la interferencia, la crítica, el cuestionamiento constante de los hombres. Hay estudios que demuestran que después de los diez años, en las clases donde hay niños y niños, las niñas empiezan a inhibirse; este estudio se hizo en el marco de una discusión sobre si eran más convenientes los colegios de un solo sexo. Aunque no siempre se justifica tomar una medida extrema, en el caso de la novela me parece que tiene su razón de ser. Pero muy rara vez en la vida se justifican estas medidas.

El paladar exigente de la escritora no perdona. El gesto de Belli se torna drástico, inapelable. Después de probar un sorbo del vino que le acaban de servir, frunce la cara como si le hubieran dado un jarabe para la tos. “Es malo”, se queja enérgica y pide otro suavizando el tono. “Durante la Revolución –recuerda–, en Nicaragua festejamos el Día Internacional de la Mujer, que consistía en que los hombres hicieran todas las tareas domésticas. En los hospitales estaban los hombres limpiando y cocinando; las mujeres no hacían nada. Y era divertido porque ellos se reían todo el rato, ¿no?, como que era una cosa que estaba por debajo de ellos hacer esas tareas. Pero no se trata de cambiar los roles; lo que se plantea en la novela es que los roles no sean asignados por géneros, como la maternidad. Si bien es cierto que la mujer concibe al niño, la crianza y el amor es de los dos. La sociedad necesita de la participación de la mujer en el trabajo, en la política, y para eso se necesita cambiar la organización de la vida cotidiana.”

–En la novela, el testimonio de Patricia, la joven abusada y vendida por su tío, recuerda al de Zoilamérica Narváez, que fue violada por el actual presidente de Nicaragua, Daniel Ortega. La inclusión de este “testimonio” en la novela, ¿puede leerse como un acto de justicia literaria ante la falta de justicia real?

–Es un deseo de justicia para muchos casos, no sólo ése. Pero que no se hiciera justicia con Zoilamérica y que el abusador llegara a la presidencia de Nicaragua da una medida del nivel de machismo y lo “común” que resulta ese tipo de suceso, de tal manera que no es considerado atroz. La inclusión de ese testimonio es un juicio a este tipo de comportamiento, así que sí hay “justicia literaria”; igualito que en la novela mi planteo sobre el castigo a los violadores de exhibirlos públicamente y avergonzarlos; de hacerles un tatuaje en la frente para que padezcan el escarnio público. Sé que es muy dura la imagen, pero las mujeres que sufren ese tipo de abuso sienten una vergüenza terrible; es un atropello tan grande a su dignidad, a su sentido de privacidad, a su propio cuerpo, que lo que les hacen a los hombres es muy poco comparado con lo que le pasa a una mujer.

–¿Cree que Ortega debería haber renunciado a la presidencia?

–El no era presidente entonces, recién había lanzando su candidatura; después hubo una campaña para culpabilizar a Zoilamérica y lo más terrible fue que su madre estaba en contra de ella. Se dijo que fue un ardid político para dañar la imagen de Daniel Ortega...

La sola mención del nombre y apellido del actual presidente de Nicaragua consigue hacer tambalear el aplomo con el que habla la escritora. Pero el vino llega a tiempo para eclipsar la decepción y el disgusto que le genera Ortega. En la novela, el Partido de la Izquierda Erótica propone un sistema diferente llamado el “felicismo”. “La felicidad per cápita y no el crecimiento del Producto Interno Bruto como eje del desarrollo”, se explica en una de las páginas. “Medir la prosperidad no en plata sino en cuánto más tiempo, cuánto más cómoda, segura y feliz vive la gente”.

–¿El “felicismo” que proponen “Las eróticas” es un rescate de la utopía por otros medios?

–Todo es posible cuando hay voluntad, energía y dinamismo. No estoy pensando solamente en Nicaragua; me parece que esta novela plantea una ilusión, un reto: qué nos ha pasado que nos hemos quedado estancados en la imaginación, como si ya no existiera más posibilidad que el socialismo, el capitalismo o el comunismo. ¿Qué pasó? ¿Ya dejamos de pensar en Marx, en Lenin, en los utopistas? ¿Ya la humanidad no tiene más que producir? Estoy convencida de que la mujer tiene unas calidades bien importantes para este momento histórico de la humanidad por su propia experiencia, y que es urgente que nos movilicemos para lograr incluir más dentro de la sociedad. Las propuestas que hay en mi novela son factibles: pedir guarderías infantiles, que se estudie la maternidad como una asignatura en los colegios y que se reformen los sistemas educativos, es algo de lo que se ha hablado mucho; son cuestiones que están siempre sobre la mesa. ¿Por qué no pensar en el perfeccionamiento de la democracia? Yo quiero desafiar la imaginación (risas).

–En este sentido, la novela parece más cercana al imaginario del Mayo Francés que a la militancia latinoamericana de los ’70.

–Sí, es cierto, pero eso viene del deseo de cambiar gozosamente; quizá se perciba más porque en la novela hay mucho humor, algo que nos ha faltado en la izquierda. A pesar de que me cae más simpática, la izquierda es tan seria, tan solemne y tan dogmática...

–¿Por qué cree que le falta humor a la izquierda?

–La gente oprimida tiende a tener menos sentido del humor, creo. La mentalidad de lucha clandestina, de persecución, de sacrificio, impedía que el humor surgiera. Es como cuando pensás en la victimización que existe en las mujeres: una puede criticarlas, pero tienen asidero en la realidad, como lo que hacen los talibán. Que sigamos tolerando estas cosas es lo que considero intolerable y me parece que tenemos que movilizarnos para que esto no siga sucediendo; por eso estoy proponiendo que hagamos un partido global, como el Partido de la Izquierda Erótica, a través de una página web que se llama www.partidoizquierdaerotica.com, un lugar sin jerarquía donde simplemente nos alimentamos de ideas, nos apoyamos y nos damos ánimo.

–¿Se postularía como candidata a presidenta de Nicaragua?

–No, porque no hay posibilidades por el momento. No necesito ese tipo de poder, porque el poder de la palabra es el que yo manejo, y cada quien tiene el poder que tiene. Hay mucha gente capaz en Nicaragua; pero lo que realmente quiero es agitar la cosa, ser una provocadora, como siempre en mi vida (risas). Eso es lo que he hecho mejor: provocar.

–¿Encuentra en las nuevas tecnologías un nuevo modo de hacer política?

–Hay un nuevo horizonte que se abre para la política con las nuevas tecnologías, que rompen barreras y son muy democráticas para los que tienen acceso a ella. Estamos avanzando tan rápido que la idea de votar electrónicamente, no solamente en las elecciones nacionales sino a través de la participación en el Parlamento, es posible. Todo depende de la voluntad política de quienes quieran empezar a trabajar en esa dirección, para crear un sistema participativo en el que puedan tener acceso los ciudadanos. Las posibilidades que te da la tecnología son muchas; lo que falta es que la aprovechemos para organizarnos. La gente todavía tiene el esquema mental jerárquico, que es patriarcal, y las mujeres podemos generar un esquema diferente, un esquema horizontal.

–Las mujeres que integran el PIE son llamadas peyorativamente “las eróticas”, como si el erotismo fuera objeto de vergüenza. ¿Cómo explica este pudor de los hombres hacia el erotismo?

–Me alegro de que diga eso. Creo que los hombres piensan que nosotras somos más pudorosas (risas). Durante mucho tiempo funcionó el pudor, la decencia y la espiritualidad; la figura que se opuso a Eva fue la Virgen santísima; la virginidad como paradigma de la decencia, como paradigma de una mujer pura, limpia y buena. El erotismo era todo lo contrario: la mujer seductora, la pecadora. Para vencer el temor que inspira el poder sexual de las mujeres, lo que hicieron los hombres fue objetivizar la sexualidad de la mujer y vulgarizar el erotismo; pero las mujeres hemos tratado de liberar al erotismo de esa tara.

Gioconda Belli alza la copa de vino y se despide. “La gran amenaza, el gran recurso que tenemos las mujeres, es hacer lo que hizo Lisístrata: no hacer el amor con los hombres, quitarles el placer, como una manera de forzarlos a acceder a cosas en las que no están de acuerdo”, subraya medio en broma, medio en serio. “Unanse al PIE para que no sigamos metiendo la pata”, invita a las mujeres del mundo. “¡Matria libre y a vivir felices!”

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-19844-2010-11-08.html


Tomado de Rebelion

Tuesday, November 09, 2010


Ropa tendida
Miguel Ruibal



Inseminación Artificial

Pueden escucharse voces cruzar la calle, ventana por ventana, junto a ese aroma a andrajoso, vértigo, hijastro del alcohol y los gritos de platos rotos, levantan ánimos de aspaviento.

Miro, y mis ojos se nublan con la elipsis, y en la saludable ironía del humo embrión, montones de cigarrillos empalan a sus víctimas con pedicuras de primera fila luctuosa. Al cruzar el umbral de la escena, varias sombras masculinas desdeñan la sensatez, porque son más conscientes que los cuerpos que las reproducen. Después de abrirse las pestañas insulares, pájaros silban en las orejas proclamando la música, como un poema democrático, en donde cada músculo ejerce su derecho a ser en sí mismo.

Y como hay deseo de inocular fragancias inoportunas en el sistema de la tribu, los primeros cromosomas se insurreccionan, lanzando platos contra el sexos que se muere. Todo sienten. Todos los oyen, pero no son capaces de ponerlos in vitro. He ahí la audacia del papel, su sabiduría, porque sabe cuán exactos son los vértigos, y cómo sentirlos, al traspasar sus bordes.

©Daniel Montoly


Fuente de la ilustración: http://miguelruibal.blogspot.com/

Wednesday, November 03, 2010

Fantasía y creación artística en América Latina
y el Caribe


por Gabriel García Márquez

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, la fantasía es "una facultad que tiene el ánimo de reproducir por medio de imágenes". Es difícil concebir una definición más pobre y confusa que esa primera acepción. En su segunda acepción dice que es una "ficción, cuento o novela, o pensamiento elevado o ingenioso", lo cual no hace sino infundir mayor desconcierto en el ya creado por la definición inicial.

De la palabra imaginación, el mismo diccionario dice que es "aprensión falsa de una cosa que no hay en la realidad o no tiene fundamento". Por su parte, don Joan Corominas, ese gran detective de las palabras castellanas –cuya lengua materna no era por cierto el castellano sino el catalán– estableció que la fantasía e imaginación tienen el mismo origen, y que en última instancia puede decirse sin mucho esfuerzo que son la misma cosa.

Uno de mis mayores defectos intelectuales es que nunca he logrado entender lo que quieren decir los diccionarios y menos que cualquier otro el terrible esperpento represivo de la Academia de la Lengua. Por una vez que he tenido curiosidad de volver a él, para establecer las diferencias entre fantasía e imaginación, me encuentro con la desgracia de que sus definiciones no sólo son muy poco comprensibles, sino que además están al revés. Quiero decir que, según yo entiendo, la fantasía es la que no tiene nada que ver con la realidad del mundo en que vivimos: es una pura invención fantástica, un infundio, y por cierto, de un gusto poco recomendable en las bellas artes, como muy bien lo entendió el que puso el nombre al chaleco de fantasía. Por muy fantástica que sea la concepción de que un hombre amanezca convertido en un gigantesco insecto, a nadie se le ocurriría decir que la fantasía sea la virtud creativa de Franz Kafka, y en cambio no cabe duda de que fue el recurso primordial de Walt Disney. Por el contrario, y al revés de lo que dice el diccionario, pienso que la imaginación es una facultad especial que tienen los artistas para crear una realidad nueva a partir de la realidad en que viven. Que, por lo demás, es la única creación artística que me parece válida. Hablemos, pues, de la imaginación en la creación artística en América Latina, y dejemos la fantasía para uso exclusivo de los malos gobiernos.

I. Es difícil el problema de que nos crean

En América Latina y el Caribe, los artistas han tenido que inventar muy poco, y tal vez su problema ha sido el contrario: hacer creíble su realidad. Siempre fue así desde nuestros orígenes históricos, hasta el punto de que no hay en nuestra literatura escritores menos creíbles y al mismo tiempo más apegados a la realidad que nuestros cronistas de Indias. También ellos –para decirlo con un lugar común irremplazable– se encontraron con que la realidad iba más lejos que la imaginación. El diario de Cristóbal Colón es la pieza más antigua de esa literatura. Empezando porque no se sabe a ciencia cierta si el texto existió en la realidad, puesto que la versiónque conocemos fue transcrita por el padre Las Casas de unos originales que dijo haber conocido. En todo caso, esa versión es apenas un reflejo infiel de los asombrosos recursos de imaginación a que tuvo que apelar Cristóbal Colón para que los reyes católicos le creyeran la grandeza de sus descubrimientos. Colón dice que las gentes que salieron a recibirlo el 12 de octubre de 1492 "estaban como sus madres los parieron".

Otros cronistas coinciden con él en que los caribes, como era natural en un trópico todavía a salvo de la moral cristiana, andaban desnudos. Sin embargo, los ejemplares escogidos que llevó Colón al palacio real de Barcelona estaban ataviados con hojas de palmeras pintadas y plumas y collares de dientes y garras de animales raros. La explicación parece simple: el primer viaje de Colón, al revés de sus sueños, fue un desastre económico. Apenas si encontró el oro prometido, perdió la mayor parte de sus naves, y no pudo llevar de regreso ninguna prueba tangible del valor enorme de sus descubrimientos, ni nada que justificara los gastos de su aventura y la conveniencia de continuarla. Vestir a sus cautivos como lo hizo fue un truco convincente de publicidad. El simple testimonio oral no hubiera bastado, un siglo después de que Marco Polo había regresado de China con realidades tan novedosas e inequívocas como los espaguetis y los gusanos de seda, y como lo habían sido la pólvora y la brújula. Toda nuestra historia, desde el descubrimiento, se ha distinguido por la dificultad de hacerla creer. Uno de mis libros favoritos de siempre ha sido "El primer viaje en torno del globo" del italiano Antonio Pigafetta, que acompañó a Magallanes en su expedición alrededor del mundo. Pigafetta dice que vio en el Brasil unos pájaros que no tenían colas, otros que no hacían nidos porque no tenían patas, pero cuyas hembras ponían y empollaban sus huevos en la espalda del macho y en medio del mar, y otros que sólo se alimentaban de los excrementos de sus semejantes. Dice que vio cerdos con el ombligo en la espalda y unos pájaros grandes cuyos picos parecían una cuchara, pero carecían de lengua. También habló de un animal que tenía cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y cola y relincho de caballo. Fue Pigafetta quien contó la historia de cómo encontraron al primer gigante de la Patagonia, y de cómo éste se desmayó cuando vio su propia cara reflejada en un espejo que le pusieron enfrente.

II. Las aventuras de los que creyeron

La leyenda del Dorado es sin duda la más bella, la más extraña y decisiva de nuestra historia. Buscando ese territorio fantástico, Gonzalo Jiménez de Quesada conquistó casi la mitad del territorio de lo que hoy es Colombia, y Francisco de Orellana descubrió el río Amazonas. Pero lo más fantástico es que lo descubrió al derecho –es decir, navegando de las cabeceras hasta la desembocadura–, que es el sentido contrario en que se descubren los ríos. El Dorado, como el tesoro de Cuauhtémoc, siguió siendo un enigma para siempre. Como lo siguieron siendo las once mil llamas cargadas cada una con cien libras de oro, que fueron despachadas desde el Cuzco para pagar el rescate de Atahualpa, y que nunca llegaron a su destino. La realidad fue otra vez más lejos hace menos de un siglo, cuando una misión alemana encargada de elaborar el proyecto de construcción de un ferrocarril trans-oceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el proyecto era viable, pero con una condición: que los rieles no se hicieran de hierro, que era un metal muy difícil de conseguir en la región, sino que se hicieran de oro. Tanta credulidad de los conquistadores sólo era comprensible después de la fiebre metafísica de la Edad Media, y del delirio literario de las novelas de caballería. Sólo así se explica la desmesurada aventura de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, que necesitó ocho años para llegar desde España a México a través de todo lo que hoy es el sur de los Estados Unidos, en una expedición cuyos miembros se comieron unos a otros, hasta que sólo quedaron cinco de los 600 originales. El incentivo de Cabeza de Vaca, al parecer, no era la búsqueda del Dorado, sino algo más noble y poético: la fuente de la eterna juventud.

Acostumbrado a unas novelas donde había ungüentos para pegarles las cabezas cortadas a los caballos, Gonzalo Pizarro no podía dudar cuando le contaron en Quito, en el siglo XVI, que muy cerca de allí había un reino con tres mil artesanos dedicados a fabricar muebles de oro, y en cuyo palacio real había una escalera de oro macizo, y estaba custodiado por leones con cadenas de oro. ¡Leones en los Andes! A Balboa le contaron un cuento semejante en Santa María del Darién, y descubrió el Océano Pacífico. Gonzalo Pizarro no descubrió nada especial, pero el tamaño de su credulidad puede medirse por la expedición que armó para buscar el reino inverosímil: 300 españoles, 4000 indios, 150 caballos y más de mil perros amaestrados en la caza de seres humanos.

III. Una realidad que no cabe en el idioma

Un problema muy serio que nuestra realidad desmesurada plantea a la literatura, es el de la insuficiencia de palabras. Cuando nosotros hablamos de un río, lo más lejos que puede llegar un lector europeo es a imaginarse algo tan grande como el Danubio, que tiene 2,790 km. Es difícil que se imagine si no se le describe, la realidad del Amazonas, que tiene 5,500 km. de longitud. Frente a Belén del Pará no se alcanza a ver la otra orilla, y es más ancho que el mar Báltico. Cuando nosotros escribimos la palabra tempestad, los europeos piensan en relámpagos y truenos, pero no es fácil que estén concibiendo el mismo fenómeno que nosotros queremos representar. Lomismo ocurre, por ejemplo, con la palabra lluvia. En la cordillera de los Andes, según la descripción que hizo para los franceses otro francés llamado Javier Marimier, hay tempestades que pueden durar hasta cinco meses. "Quienes no hayan visto esas tormentas –dice– no podrán formarse una idea de la violencia con que se desarrollan. Durante horas enteras los relámpagos se suceden rápidamente a manera de cascadas de sangre y la atmósfera tiembla bajo la sacudida continua de los truenos, cuyos estampidos repercuten en la inmensidad de la montaña". La descripción está muy lejos de ser una obra maestra, pero bastaría para estremecer de horror al europeo menos crédulo.

De modo que sería necesario crear todo un sistema de palabras nuevas para el tamaño de nuestra realidad. Los ejemplos de esa necesidad son interminables. F.W. Up de Graff, un explorador holandés que recorrió el alto Amazonas a principios de siglo, dice que encontró un arroyo de agua hirviendo donde se hacían huevos duros en cinco minutos, y que había pasado por una región donde no se podía hablar en voz alta porque se desataban aguaceros torrenciales. En algún lugar de la costa de Colombia yo vi a un hombre rezar una oración secreta frente a una vaca que tenía gusanos en la oreja, y vi caer los gusanos muertos mientras transcurría la oración. Aquel hombre aseguraba que podía hacer la misma cura a distancia, siempre que le hicieran la descripción del animal y le indicaran el lugar en que se encontraba. El 8 de mayo de 1902, el volcán Mont Pelé, en la isla Martinica, destruyó en pocos minutos el puerto Saint Pierre y mató y sepultó en lava a la totalidad de sus 30.000 habitantes. Salvo uno: Ludger Sylvaris, el único preso de la población, que fue protegido por la estructura invulnerable de la celda individual que le habían construído para que no pudiera escapar.

Sólo en México habría que escribir muchos volúmenes para expresar su realidad increíble. Después de casi 20 años de estar aquí, yo podría pasar todavía horas enteras, como lo he hecho tantas veces, contemplando una vasija de frijoles saltarines. Racionalistas benévolos me han explicado que su movilidad se debe a una larva viva que tienen dentro, pero la explicación me parece pobre: lo maravilloso no es que los frijoles se muevan porque tengan larva dentro, sino que tengan una larva dentro para que puedan moverse. Otra de las extrañas experiencias de mi vida fue mi primer encuentro con el ajolote (axólotl). Julio Cortázar cuenta, en uno de sus relatos, que conoció el ajolote en el Jardín des Plantes de París, un día en que quiso ver los leones. Al pasar frente a los acuarios –cuenta Cortázar– "soslayé los peces vulgares hasta dar de pronto con el axólotl". Y concluye: "Me quedé mirándoles por una hora, y salí, incapaz de otra cosa". A mí me sucedió lo mismo, en Pátzcuaro, sólo que no lo contemplé por una hora sino por una tarde entera, y volví varias veces. Pero había allí algo que me impresionó más que el animal mismo, y era el letrero clavado en la puerta de la casa: "Se vende jarabe de Ajolote".

IV. El Caribe: centro de gravedad de lo increíble

Esa realidad increíble alcanza su densidad máxima en el Caribe, que, en rigor, se extiende (por el norte) hasta el sur de los Estados Unidos, y por el sur hasta el Brasil. No se piense que es un delirio expansionista. No: es que el Caribe no es sólo un área geográfica, como por supuesto lo creen los geógrafos, sino un área cultural muy homogénea.

En el Caribe, a los elementos originales de las creencias primarias y concepciones mágicas anteriores al descubrimiento se sumó la profusa variedad de culturas que confluyeron en los años siguientes en un sincretismo mágico cuyo interés artístico y cuya propia fecundidad artística son inagotables. La contribución africana fue forzosa e indignante, pero afortunada. En esa encrucijada del mundo, de forjó un sentido de libertad sin término, una realidad sin Dios ni ley, donde cada quien sintió que le era posible hacer lo que quería sin límites de ninguna clase: y los bandoleros amanecían convertidos en reyes, los prófugos en almirantes, las prostitutas en gobernadoras. Y también lo contrario.

Yo nací y crecí en el Caribe. Lo conozco país por país, isla por isla, y tal vez de allí provenga mi frustración de que nunca se me ha ocurrido nada ni he podido hacer nada que sea más asombroso que la realidad. Lo más lejos que he podido llegar es a trasponerla con recursos poéticos, pero no hay una sola línea en ninguno de mis libros que no tenga su origen en un hecho real. Una de esas trasposiciones es el estigma de la cola de cerdo que tanto inquietaba a la estirpe de los Buendía en Cien años de soledad. Yo hubiera podido recurrir a otra imagen cualquiera, pero pensé que el temor al nacimiento de unhijo con cola de cerdo era la que menos probabilidades tenía de coincidir con la realidad. Sin embargo, tan pronto como la novela empezó a ser conocida, surgieron en distintos lugares de las Américas las confesiones de hombres y mujeres que tenían algo semejante a una cola de cerdo. En Barranquilla, un joven se mostró en losperiódicos: había nacido y crecido con aquella cola, pero nunca lo había revelado, hasta que leyó Cien años de soledad. Su explicación era más asombrosa que su cola: "Nunca quise decir que la tenía porque me daba vergüenza", dijo. "Pero ahora, leyendo la novela y oyendo a la gente que la ha leído, me he dado cuenta de que es una cosa natural." Poco después, un lector me mandó el recorte de la foto de una niña de Seúl, capital de Corea del Sur, que naci con una cola de cerdo. Al contrario de lo que yo pensaba cuando escribí la novela, a la niña de Seúl le cortaron la cola y sobrevivió. Acompaño esa foto a esta ponencia, como homenaje a los racionalistas incrédulos que forman parte de la concurrencia.

Sin embargo, mi experiencia de escritor más difícil fue la preparación de El otoño del patriarca. Durante casi 10 años leí todo lo que me fue posible sobre los dictadores de América Latina, y en especial del Caribe, con el propósito de que el libro que pensaba escribir se pareciera lo menos posible a la realidad. Cada paso era una desilusión. La intuición de Juan Vicente Gómez era muchomás penetrante que una verdadera facultad adivinatoria. El doctor Duvalier, en Haití, había hecho exterminar los perros negros en el país porque uno de sus enemigos, tratando de escapar del tirano, se había escabullido de su condición humana y se había convertido en perro negro. El doctor Francia, cuyo prestigio de filósofo era tan extenso que mereció un estudio de Carlyle, cerró a la república del Paraguay como si fuera una casa, y sólo dejó abierta una ventana para que entrara el correo. Nuestro Antonio López de Santana enterró su propia pierna en funerales espléndidos.

La mano cortada de Lope de Aguirre navegó río abajo durante varios días, y quienes la veían pasar se estremecían de horror, pensando que aun en aquel estado de aquella mano asesina podía blandir un puñal. Anastasio Somoza García, padre del último dictador nicaragüense, tenía en el patio de su casa un jardín zoológico con jaulas de dos compartimientos: en uno estaban encerradas las fieras, y en el otro separado apenas por una reja de hierro, estaban sus enemigos políticos. Maximiliano Hernández Martínez de El Salvador, hizo forrar con papel rojo todo el alumbrado público del país para combatir una epidemia de sarampión, y había inventado un péndulo que ponía sobre los alimentos antes de comer para averiguar si no estaban envenenados. La estatua de Morazán que aún existe en Tegucigalpa es en realidad del mariscal Ney: la comisión oficial que viajó a Londres a buscarla, resolvió que era más barato comprar esa estatua olvidada en un depósito, que mandar a hacer una auténtica de Morazán.

En síntesis, los escritores de América Latina y el Caribe tenemos que reconocer, con la mano en el corazón, que la realidad es mejor escritor que nosotros. Nuestro destino, y tal vez nuestra gloria, es tratar de imitarla con humildad, y lo mejor que nos sea posible.

Tomado de Sololiteratura

Tomado de los archivos de La ventana

Tuesday, October 26, 2010






POESÍA

Te manifiesta si pienso que estás en mi boca/ como runa que desafiando la oscuridad/ busca en las piedras/ un parentesco/ que la haga perenne al latrocinio de la muerte/ Vuelves /y te ciñes a mi lengua/ te aferras a los sonidos/ al zig-zag/ que repercute con el rumor/ Tu cuerpo/ mi boca/ las palabras/ que no pueden definirte/ mas yo/ puedo recoger tu hondura/ si humanizo el fuego/ que me retrotrae de afuera hacia adentro/

©Daniel Montoly

Friday, October 22, 2010




Pueblo


¡Piedad, Señor, piedad para mi pobre pueblo
donde mi pobre gente se morirá de nada!
aquel viejo notario que se los días
en su mínima y lenta preocupación de rata;
este alcalde adiposo de grandes abdomen vacuo
chapoteando en su vida tal como en una salsa;
aquel comercio lento, igual, de hace diez siglos;
estas cabras que triscan el resol de la plaza;
algún mendigo, algún caballo que atraviesa
tiñoso, gris y flaco, por estas calles anchas;
la fría y atrofiante modorra del domingo
jugando en los casinos con billar y barajas;
todo, todo el rebano tedioso de estas vidas
en este pueblo viejo donde no ocurre nada,
todo esto se muere, se cae, se desmorona,
a fuerza de ser cómodo y de estar a sus anchas.

¡Piedad, Señor, piedad para mi pobre pueblo!
Sobre estas almas simples, desata algún canalla
que contra el agua muerta de su vida arroje
la piedra redentora de una insólita hazaña…
Algún ladrón que asalte ese Banco en la noche,
algún Don Juan que viole esa doncella casta,
algún tahúr de oficio que se meta en el pueblo
y revuelva estas gentes honorables y mansas.

¡Piedad, Señor, piedad para mi pobre pueblo
donde mi pobre gente se morirá de nada.



Luis Palés Matos

Thursday, October 21, 2010

No es casual


“Aquí no se regala nada, no se vende nada, no se celebra nada… Entonces, ¿qué rayos está pasando? ¿Dónde está el misterio? ¿En qué consiste el poder de convocatoria de ese poeta, de esa poesía?”

por Ambrosio Fornet

Nunca imaginé que la obra de Benedetti llegaría a parecernos un insólito desafío. El mundo ya está ordenado en lo que respecta a la valoración de la literatura. La expresión literaria puede verse como un medio de comunicación, cierto, pero un medio degradado, erosionado por el paso del tiempo, incapaz de competir con los audiovisuales, que son los heraldos de nuestra época. ¿Quién se atrevería a discrepar?

Pero de pronto esa sarta de lugares comunes con pretensiones lapidarias choca con un obstáculo, una verdad que tal vez nadie pueda formular mejor que Viglietti cuando afirmó, al evocar los recitales de su amigo: “Con sus solitos poemas convocaba multitudes”. Me consta que era así. Lo vi con mis propios ojos en la Casa de las Américas, en La Habana, y en el Palacio de Bellas Artes, de México, donde mi amigo Federico Álvarez y yo —después de abrirnos paso a codazos por entre los centenares de jóvenes que, desafiando una llovizna helada, trataban de entrar—, tuvimos que valernos de una artimaña para llegar hasta él.

Uno queda definitivamente inoculado contra la frivolidad y la docta palabrería cuando en esa situación se detiene un minuto a pensar: estos muchachos vienen a ver y oír a un poeta, a escuchar en su propia voz un puñado de poemas que quizá ya se saben de memoria…, y eso es todo. Aquí no se regala nada, no se vende nada, no se celebra nada… Entonces, ¿qué rayos está pasando? ¿Dónde está el misterio? ¿En qué consiste el poder de convocatoria de ese poeta, de esa poesía?

La única respuesta que se me ocurre debe ser falsa, porque alude a una transparencia, sin ninguna relación con misterios o poderes ocultos. Y no es una respuesta propiamente dicha, además, sino más bien una nueva pregunta, que está como soterrada en unos versos de Poemas de la oficina:

Montevideo quince de noviembre
de mil novecientos cincuenta y cinco
Montevideo era verde en mi infancia
absolutamente verde y con tranvías
muy señor nuestro por la presente…

La pregunta, por insignificante que parezca, alude nada menos que al Destino: ¿estamos condenados a vivir en el mundo que nos tocó en suerte, y encerrados en nuestro irrenunciable pellejo? No. Somos animales memoriosos y hasta en las peores circunstancias, agobiados por la fatiga o la rutina, podemos asomarnos al más remoto paraíso. Somos animales que sueñan y que tienen, por tanto, la facultad de imaginar y proyectar utopías. También de luchar por ellas.

Si la felicidad insiste en “tirar piedritas” en tu ventana, ¿por qué no acabas de abrirla? El poeta da un paso más, abre la puerta y sale a la calle a “defender la alegría” porque ha descubierto, sencillamente, que no puede evitarlo, que “por más esfuerzos que haga /nunca podré llegar a ser neutral”. Las dimensiones del universo se ensanchan de pronto en todas direcciones al conjuro de esa palabra desnuda, a veces trémula, a menudo irónica, coloquial siempre, siempre portadora —para usar un adjetivo muy suyo— de una “incanjeable” autenticidad. ¿Tendrá esto algo que ver con la elocuencia emotiva, con la asombrosa capacidad que tienen unos simples “poemitas” para “convocar multitudes”?

Empiezo a sospechar que Benedetti nos está invitando a sosegadas relecturas en las que seamos nosotros mismos los que diseñemos el programa, el orden de articulación de los textos, tanto poéticos como narrativos y ensayísticos. Son uno solo, en realidad. Creo que también lo son —ya lo advertí hace años— los que forman, por ejemplo, Primavera con una esquina rota y La borra del café, que podrían leerse como una imaginaria trilogía autobiográfica si se les sumara el relámpago de Recuerdos olvidados. Ahí encontraríamos de nuevo la pregunta sobre nuestros límites y nuestras posibilidades, ahora pasadas por el dramático tamiz del exilio y el “desexilio” (término este último que él mismo acuñó para nombrar la irónica experiencia de la memoria desfasada, esa que nunca imaginó el oficinista de los tranvías).

No puede ser casual que a tan pocas horas de su muerte ya estemos emprendiendo nuestras operaciones de rescate, nuestras muy personales antologías de prosa y verso, nuestros irrenunciables “inventarios”. No es casual.

Tomado de La Jiribilla

Reproducido de los archivos de La Ventana

Monday, October 18, 2010


Francis Picabia



7

Verás como al atardecer, los muertos.
Pasan a tu lado
con el viento;
borrando las huellas
con sus miradas
lánguidas;
pecan en ti. Lo ya perdido.

Lanzan al fondo
las llaves,
vetadas por inocultables
tumbas.

® Daniel Montoly


Harakiri


“Los ojos se enfurecen, las lenguas giran”
Antonin Artaud


Si para cuando vuelva el invierno
aún la voz del sol,
insurrecta,
desde algún lugar desconocido
incita a la rebelión;
veré cómo los pájaros
se abalanzan contra el vacío,
igual a kamikaze
listos a cumplir
su temprana cita con la muerte.

® Daniel Montoly


Volver

Volver del amor con una góndola vacía
sin otro pasajero
que su sombra,
craqueando por el viento
igual a liquen grisáceo
sobre la soledad de un sauce…

Llorar, para distinguir en la orfandad
la barca que nos llevará
al puerto exánime
adonde sólo la música del descuido,
como una nube de Glisofato
nos llama a vida.

Volver, -dijo Cernuda:
¿Acaso existe otra mentira…?

® Daniel Montoly


Te vi bajar a prisa el túnel

"Princes á mort sont destines"
Francois Villón.

Te vi bajar aprisa el túnel del subway a Brooklyn
era un viernes frío del 98.
Mis labios no lograron
darte alcance para despedirse,
pero las flores de tu vestido
aún perfuman mis ojos;
echaron raíces en mis córneas
como melancólica hiedra.
Ahora, al amanecer, observo tu fantasma
escabullirse entre la fotografía
y el closet. Siento en mi ser
como sí alguien te desenterrara;
clavándome mis uñas en las heridas,
destroza el placer que compartimos.
Ahora, no sé cómo romper tu embrujo.
Igual que Hölderlin, voy buscándote
de donde no estás, en donde nunca te has ido.

® Daniel Montoly



Tríptico del ocaso

Se prohíbe sudar monóxido de carbono
a la velocidad de un hermano
con ojos en la sangre.
Se prohíbe cantar a los dioses
que crearon las madrugadas debajo de la tierra, y sabrá,
que sólo reposa en el orbe, la mitad del odio
con que nos amamos.
La vorágine y el pubis de la desesperanza.
Cuando menos recuerde los mustios garabatos del ocaso
y desafiará a la muerte con labios de Eros.
Agazapa tus dientes esótericos
ebrios de elixir y de calambres.
Alza y enroca encrucijadas,
que disfrazadas de odas luminosas,
disecan sinfonías con partituras verticales
y orgasmos de sonatas heridas.


® Daniel Montoly


Chirridos de sombra.



Hoy quiero meter mi lengua en sal, y mis retinas en estiércol.
Seré ciego y mudo a sus mediaverdades: Valle de flores enfermas.
Media sombra, deshace chirridos maniqueístas,
con la suavidad de un puñal de lágrimas.
La muerte esbelta, clava crucifijos fantásticos
en las pantorrillas de las almas agonizantes.
El ángel, mitad dragón y diablo, duplica sus goces extáticos
con redobles de campanas argonómicas.
Sus pájaros encabritan pueblos, con consonantes de plomo,
sus robustas onomatopeyas, desparraman cacareos amarillos,
como gallinazos de pólvora en los diarios.
Su humor de Schopenhauer habla,
y a sí mismo, se celebra con osamentas blancas.
Inquieta su breve orilla, se hunde con rabia
en los desechos infantiles, y melancólicos,
lloran lágrimas inyectadas con antibióticos clandestinos.

® Daniel Montoly



Paisaje quechua con niño al fondo

Los juncos desnudos
rezuman en las gargantas del niño nostálgico.

Hieren las dos mitades posibles, de las alturas,
a sus antepasados en la orilla.

El blanco, hace llagas en las córneas.

Miramos, y crecen diminutos los sonidos:
Pueblos flotantes con gruñidos de Vicuñas,
y lamentos de chicha reciente.

Arrastramos nuestros estómagos
a guardar alegatos crudos,
entre sub capas de tierra.

® Daniel Montoly



Daniel Montoly (Montecristi, República Dominicana, 1968) estudiante de la carrera de derecho en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Fue finalista en el concurso de poesía Latin Poets for Humanity, ganador del concurso de poesía de la revista Niedenrgasse y del "Editor's Choice Award" de The Internacional Poets Society. Ha publicado en el Primer Volumen de Colección Sensibilidades (España, Alternativa Editorial), Maestros desconocidos de la poesía contemporánea hispanoamericana (USA, Ediciones El Salvaje Refinado), Antología de jóvenes poetas latinoamericanos (Uruguay, Abrace Editores) y en Jóvenes poetas cantan a la paz (Sydney, Australia, Casa Latinoamericana). El Verbo Decenrrejado (Apostrophes Ediciones, Santiago de Chile) Antología de Nueva Poesía Hispanoamericana (Editorial Lord Byron, Lima, Perú) y en la antología norteamericana: A Generation Defining Itself- In Our Onw Words (AMW Enterprises, North Carolina). Algunos de sus poemas han sido traducidos al portugués, inglés y alemán. Colabora activamente con diversas publicaciones literarias y dirige el blog The Wrong Side, dedicado a la difusión de la literatura hispanoamericana.

Wednesday, October 06, 2010




Arte y Oficio

Voy a poblar los espacios
entre los dedos,
cabalgando en inútiles monturas de hojalata
hasta oxidar mis oídos,
lavando derrotas amarillas
con poco tiempo, y a grandes rasgos.
Si el tiempo supiera
de esos lugares verdes
en que te dibujaba con voz perpetua
vez, tras vez,
hasta desgarrarme las manos
dejando sangre en el paisaje de tu sombra.
Vamos, dame tu rostro.
¿Por qué te escondes
y luego sales con esa cara de fracaso
intentando intimidarme?
Si persistes en seguir dormida en la levedad,
no volverá la madrugada.

©Daniel Montoly

Imagen tomada de: http://www.abcgallery.com

Tuesday, October 05, 2010

Salvador Dalí


EL ORFANATO


Se levantó al llegar otra vez al mismo número de avemarías con sus repectivas glorias, tal como le habían enseñado en el catecismo. Se llenó de pánico al escuchar las bruscas resonancias de las pisadas acercándose al dormitorio. Cerró los ojos. Sus inocentes manitas cubrieron el lugar ofendido. Se sintió sucio mientras miraba al cielo con otros ojos.


Daniel Montoly ©

Wednesday, September 01, 2010

Bloqueo

«Nos castigan porque nos quieren mucho. Sufren de vernos padecer en esta isla maldita»

por Silvio Rodríguez

Estuve en la ciudad desde el sábado, me trajo la urgencia. Se nos fundió la tarjeta de video de la computadora, y Ojalá se detuvo. Aquí no se venden esas tarjetas. Ay de la compañía que lo haga. Multas millonarias contra ellos. Tampoco podemos encargarlas, por supuesto desde Cuba. Ese es nuestro defecto: vivimos donde no debemos.

Por vivir donde nacimos somos malos, somos cómplices y, para colmo, somos bobos. La estupidez de vivir en nuestro propio país nos dificulta crear escuelas de música y estudios de grabación. Mucho más sostenerlos.

¿A qué condenado se le ocurre mejorar siquiera la parte del panorama profesional que le corresponde? Lo que hay que hacer es irse. Si es ilegalmente, mejor. Para algunos, la única forma de legitimar un proyecto es descalificando lo que sea que haya ocurrido en el último medio siglo en Cuba.

Nos castigan porque nos quieren mucho. Sufren de vernos padecer en esta isla maldita. Por eso nos aprietan tuercas. Para que aprendamos a ser mejores cubanos desde afuera. Y toman medidas para aislarnos a los que ya éramos isleños. ¿Por qué las toman? Porque son los más ricos, los más bellos, los más felices. ¿Por qué contra nosotros? Porque nos consideran lo contrario. ¿Quiénes aplauden? Los que suspiran por parecerse a ellos.

Por suerte siempre hay manos que logran escapar de ese “mundo libre”. Benditas.

Somos un país que se dedicó a alfabetizar, a construir universidades de médicos y artistas. Y ahora pretenden hacer ver que nos gusta tener pianos sin cuerdas y vientos sin zapatillas.

Vaya imaginación.

Tomado de Segunda Cita

Tomado de La Ventana

Tuesday, June 01, 2010

Entrevistas: Puerto Rico es Latinoamérica

Entrevista al periodista puertorriqueño Roberto Ramos Perea: «Nosotros somos, por invasión, una colonia de Estados Unidos, pero nuestro corazón y nuestra alma, nuestra esencia y nuestra identidad son Latinoamérica. Por eso, hermanos latinoamericanos, necesitamos que estén enterados sobre lo que sucede aquí. Yo creo que esa es la mejor forma de solidaridad que se nos puede ofrecer como pueblo»


por TeleSUR

«Ante la necesidad de apoyo y solidaridad, principalmente de países latinoamericanos en la lucha contra la opresión y falta del transparencia del actual Gobierno, es necesario recordar que, pese a estar regido por un sistema colonialista de Estados Unidos, Puerto Rico forma parte de la región». Así lo señaló el periodista puertorriqueño, Roberto Ramos Perea, quien en entrevista concedida a teleSUR se refirió a la casi nula cobertura mediática sobre la huelga que mantienen, desde más de treinta y cinco días, estudiantes de la Universidad de Puerto Rico en rechazo al incremento de la matrícula y el recorte presupuestario para esa casa de estudios.

Ramos Perea consideró que es necesario que Latinoamérica, Europa y la comunidad latina en Estados Unidos posean información sobre la actual situación en Puerto Rico, para que así puedan ofrecer solidaridad al pueblo puertorriqueño que, según dijo, es víctima de un Gobierno opresor y corrupto.

«Si Latinoamérica se entera de lo que aquí pasa, va a ser muy difícil que las cosas puedan empeorar. Por eso es que necesitamos ese apoyo de Latinoamérica, que se enteren a través de Internet, que sean difusores de la situación de Puerto Rico, porque es una situación que nos afecta a todos. Puerto Rico es Latinoamérica, no podemos olvidarnos de eso», dijo el periodista puertorriqueño en su diálogo con teleSUR.

A más de treinta y cinco días de huelga, los estudiantes ratifican que se mantendrán en las calles ¿A qué cree usted que se deba esta determinación?

—Hay un alto sentido de dignidad en el movimiento estudiantil puertorriqueño, que toda la sociedad puertorriqueña está sintiéndolo como verdadero, como un movimiento de identidad. Los estudiantes están llevando adelante una revolución que es histórica en este momento en Puerto Rico, y es la exigencia de una salubridad administrativa que no hemos tenido en los últimos dos años del nuevo Gobierno de Luis Fortuño. Ese es un Gobierno que se ha caracterizado por ser opresivo, complicado en todos los aspectos que tienen que ver con las finanzas públicas y que ha mantenido, por debajo de la mesa, muchísimos acuerdos para beneficiar a contratistas, empresarios y multinacionales.

»Todo ese enjambre de mafias está afectando a la sociedad puertorriqueña de muchas maneras. Los estudiantes han exigido claridad en el uso de los fondos de la universidad pública, han exigido que no se les aumente la matrícula, han exigido una participación activa en todo lo que tiene que ver con la administración y el gobierno universitario, y el Gobierno ha respondido con tortura, persecución, maltrato, abuso policíaco. Hemos tenido el horrible incidente de presenciar en la televisión nacional cómo un estudiante es torturado por la Policía de Puerto Rico de manera pública, con tres golpes de picana eléctrica.

»Así que imagínense cómo se está sintiendo la sociedad en este momento».

¿En qué medida la estrategia de las autoridades coloniales de alargar la solución del conflicto podría lograr, como se pretende, el cansancio, desmoralización y desaparición de los estudiantes para que acepten?

—La administración de la Universidad de Puerto Rico y el Gobierno de Puerto Rico no tienen ningún interés en que el problema se resuelva porque, según ellos creen, mientras más se alarga el problema, más se debilitan los movimientos estudiantil y sindical, pero lo que está pasando es todo lo inverso. Mientras más se dilata, el movimiento estudiantil se fortalece, el movimiento sindical se une, todos los sectores culturales, cívicos, sociales e intelectuales de nuestra sociedad se están uniendo en apoyo a los estudiantes.

»Lo que tenemos en Puerto Rico es, prácticamente, un levantamiento que hasta este momento ha sido pacífico por parte de la oposición, pero por parte del Gobierno no ha sido pacífico para nada. No son buenos los augurios, no es bueno lo que parece que se va a vislumbrar en el futuro cercano, pero por eso mismo es que el movimiento puertorriqueño de resistencia a este Gobierno, que está encabezado lógicamente por los estudiantes de la universidad, yo sé que va a tener sus frutos a la larga.

»Tarde o temprano el Gobierno no le quedará más alternativa».

Esta huelga se inició contra el recorte presupuestario a la universidad, pero, ¿qué más nos pudiera estar revelando esta situación ante la realidad colonial de su país?

—Bueno, estamos gobernados por una familia que pretende adueñarse de todo lo que es el Patrimonio Nacional mediante privatizaciones, ventas de contrato e influencias. Ese es el panorama que tenemos y que lamentablemente se va a prolongar mientras continúe este Gobierno que es, literalmente, fascista y, en muchos sentidos, opresor y que pretende la perpetuación de la colonia de Puerto Rico como “propiedad” de Estados Unidos.

¿A qué manos habrán ido a parar los 120 millones de dólares de déficit que enfrenta la universidad y sobre los cuales los estudiantes exigen claridad?

—Muy fácil, están en los bolsillos de los contratistas que han trabajado para la universidad, en los bolsillos de aquellos amigos de los gobernantes que, de alguna manera, a través del cambio de contrato, reciben prebendas por debajo de la mesa de todo lo que la Universidad de Puerto Rico tiene como patrimonio económico. Por eso es que los estudiantes están exigiendo claridad en los libros.

»Tenemos funcionarios que ganan más de 100 mil dólares al año trabajando para la Universidad de Puerto Rico, mientras les están regateando las becas a los estudiantes. Así, que se pueden imaginar dónde está todo ese dinero».

Roberto, esta rebelión estudiantil no está en la agenda de los grandes medios de comunicación como las manifestaciones de estudiantes opositores en Irán o Venezuela. ¿Qué hacer ante tanto silencio, qué recomienda?

—Precisamente eso ha esquisado el esfuerzo que yo, personalmente, he tratado de realizar con diversos mensajes que he enviado a través de Internet. A nosotros en Puerto Rico nos interesa, particularmente, una difusión internacional de la situación actual del país, necesitamos la solidaridad latinoamericana, europea, incluso la solidaridad de las mismas comunidades latinas de Estados Unidos, de Centroamérica, las antillas. Necesitamos que todo el mundo sepa lo que aquí sucede.

»En la medida que todo el mundo sepa lo que sucede en Puerto Rico, nuestra tarea, nuestra revolución pacífica va a ser muchísimo más llevadera. Como dije antes, los augurios no son buenos, tenemos un Gobierno terriblemente represor, pero de todos los aspectos de nuestra sociedad, la cultura, la academia, los estudiantes y la oposición política, necesitamos ese apoyo internacional.

»Si Latinoamérica se entera de lo que aquí pasa, va a ser muy difícil que las cosas puedan empeorar. Por eso es que necesitamos ese apoyo de Latinoamérica, que se enteren a través de Internet, que sean difusores de la situación de Puerto Rico, porque es una situación que nos afecta a todos. Puerto Rico es Latinoamérica, no podemos olvidarnos de eso.

»Nosotros somos, por invasión, una colonia de Estados Unidos, pero nuestro corazón y nuestra alma, nuestra esencia y nuestra identidad son Latinoamérica. Por eso, hermanos latinoamericanos, necesitamos que estén enterados sobre lo que sucede aquí. Yo creo que esa es la mejor forma de solidaridad que se nos puede ofrecer como pueblo».

El cantautor cubano Silvio Rodríguez dice que la huelga estudiantil escribe una página histórica en su país. ¿Qué cree al respecto?

—Obviamente el movimiento estudiantil nos está dando una gran lección a todos, nos está enseñando cómo se hace una revolución y estamos dispuestos a aprender de esa manera. Me alegro mucho de que Silvio, a través de sus canciones y mensajes, sea una de las figuras más solidarias de nuestra lucha. Ciertamente es un orgullo para nosotros que Silvio cuenta con Puerto Rico en su corazón.

Tomado de teleSUR

Tomado de La Ventana