Recordando a Mario Benedetti

Thursday, January 28, 2010



Literaturas del Caribe: unidad en la diversidad

El pasado martes tuvo lugar la mesa redonda Aprender y enseñar las literaturas del Caribe: retos y experiencias, con la presencia de los jurados de la categoría de literatura caribeña en inglés o creol, en la edición 51 del Premio Literario Casa de las Américas


por Mónica Rivero, estudiante de Periodismo

Los estudios sobre literatura por lo general se organizan atendiendo a criterios de clasificación que responden fundamentalmente a idioma, períodos históricos y límites geográficos. Zonas como el Caribe, por ejemplo, constituyen espacios difíciles de definir según este patrón. La geografía caribeña no comporta un grupo de territorios dispuestos como conjunto preciso, aún menos una masa continental de nítidas fronteras. Por otro lado, en este espacio confluyen la lengua española, la inglesa y la francesa, con las correspondientes adaptaciones en cada lugar.

Siendo así, el aprendizaje y la enseñanza de la literatura caribeña suponen un importante desafío. Para explorar criterios y maneras de hacer en este sentido, tuvo lugar la mesa redonda Aprender y enseñar las literaturas del Caribe: retos y experiencias; con la participación de Mark McWatt, de Guyana; Margaret Shrimpton, británica actualmente radicada en Yucatán, México; y Samuel Furé Davis, de Cuba, jurados de la edición 51 del Premio Literario Casa de las Américas.
Entre las claves que se mencionaron en el intercambio estuvo la propuesta por Margaret Shrimpton: abordar la literatura caribeña por temáticas y no por autores o países, para entender el Caribe como universo, más allá de las diferencias; como espacio cultural más que geográfico, como ella lo definió.

Según Samuel Furé Davis —quien habló de la experiencia que ha tenido la Facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de La Habana en este campo—, resta por hacer en lo concerniente a establecer qué es el Caribe y cuáles rasgos identifican su literatura. Se refirió asimismo a la fuerte presencia de cultura oral y simbolismo en las letras caribeñas; en las cuales, además, reconoce un escenario de reescritura de la historia, puesto que legitiman visiones no contempladas por la historiografía, por las versiones oficiales.

Mark McWatt, por su parte, se refirió al deber de la academia de ofrecer a los estudiantes una perspectiva lo más amplia y profunda posible sobre el contexto caribeño; así como superar cierta postura eurocéntrica que durante mucho tiempo hizo que la literatura en inglés “solo se identificara con Shakespeare y Milton”, desconociendo la buena y prolífica producción literaria en países caribeños angloparlantes; que, sin negar la influencia de los clásicos, emplean lenguajes propios, no menos ricos e interesantes.

Si bien entre los territorios que baña el Mar Caribe existen las diferencias mencionadas y probablemente otras, son también muy notables los rasgos comunes, sobre todo en cuanto a coincidencias en la idiosincrasia y en cuestiones de orden histórico y económico.

Pero definitivamente, lo más valioso que nos une es el ansia de escribir, de dar testimonio, de construir la dimensión literaria de nuestra identidad. Esto —sin desconocer la diversidad como enorme riqueza— nos dota de un carácter unitario que alienta a seguir hablando de literatura (o literaturas) del Caribe, y proponiendo definiciones y redefiniciones, porque, como en muchos otros escenarios del arte y lo que es una suerte: la última palabra no ha sido dicha.


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