Recordando a Mario Benedetti

Monday, February 14, 2011



Amedeo Modigliani



Canción del amor apócrifo

Quiero besarte como impetuoso rocío
en la madrugada de tu sequía,
bañando tu cuerpo prohibido
con el sudor de mi boca.
Quiero besarte, saboreando el lapso
que encubre esos malditos ojos
hurgando siempre en mi anonimato
para quemarme en su hoguera.
Quiero besarte tan sólo para saber
que somos dos ángeles, seducidos
por el aura del infierno. Tan solos,
tan desnudos, que nuestro pecado
a Dios ya no le importa.


Daniel Montoly©



Amedeo Modigliani


Canción animal

Me encuentro contigo, Centauro,
buscando sacar de mí
el animal que llevo oculto.
Tan de mí son tus deseos,
que a veces confundo mi cuerpo
con tus voraces apetitos
al observar tal exuberancia
desplazarse ante mis ojos.
Quisiera arrancarme la piel
que me transforma en bestia.
Pero no es la piel, es mi instinto
el que me guía hacia el ocaso.
Me encuentro contigo, Centauro
rogando no conocerme, odiando
ese otro yo que tanto amo.

Daniel Montoly©



Lecciones sin primicias

Para Anne Sexton

Fueron tantas las provocaciones y emboscadas del amor,
que al cicatrizar, las heridas
me inmunizaron en contra del suicidio.
Ahora, cuando escucho en la oscuridad
su voz atormentarme, me alejo de mí.
Salgo de viaje a una nación lejana
en donde todos odian.
Acampo en cualquier bosque.
Como soy extraño, todos temen acercárseme,
porque los forasteros
jamás traen buenas noticias.
Tampoco son merecedores de consuelo.

Daniel Montoly©



Amedeo Modigliani


EN LA CORTEZA

Llegas para verme barriendo como un loco, los malos días que el tiempo deshizo con sus manos duras, pero nunca supimos tenernos el uno al otro, porque la risa del azar, se apoderó de nuestras bocas.

Somos dos expatriados. Tú con ese tenor de río, que desconoce cuántas piedras viven en su cuerpo, pero que se siente libre, aunque las lleve a perpetuidad en su cause. Y yo, que nunca tuve destino, o al menos, jamás pensé llegar a este momento y ver, pájaros saliéndome por los ojos.

Mis manos. Tus manos suspendidas con ese olor a tierra arrasada por la lluvia, buscan los pequeños rastros de algún tesoro, pero ¿para qué te servirá la riqueza, si la aurora nació contigo? ¿Puedes tú escapar a ese nombre que te dieron las cosas? ¿Puedo yo reír, y recordar la infancia, sin que una lágrima rompa el equilibrio?

Veo que has venido. Pero la corteza del árbol ya no le teme a nuestros nombres. Tampoco a la navaja, que antes se sumergiera en ella. Ahora somos dos rostros bajo un mismo paraguas, sólo que la lluvia, aún no llega a preguntarle al cielo por la humedad a nuestras sombras.

Daniel Montoly©

2 comments:

Anonymous said...

Daniel:
Hermosas las Poesías ni que decir de Amadeo Modigliani,excelente gusto, Exquisito.
Un abrazo.
Dragontesa Leuzzi.

Daniel J. Montoly said...

Querida Dragonessa, gracias por tomarte parte de tu tiempo para pasar por el blog y compartir tus hermosas palabras conmigo. Ha sido muy lindo de tu parte.
Saludos.
Daniel