Recordando a Mario Benedetti

Tuesday, March 12, 2013

Daniel Montoly, antología mínima.







Incertidumbre

Será que para nosotros
no habrá vuelo de paloma.
Perdóname el miedo:
que la sangre,
adquirirá el cruel color de la mentira
inexplicable.
Entonces todo, será
como un nombre pomposo
olor a defectuosos ganglios
con el sudor de la crudeza
en el vértigo.

Y cada ojo deshabitado
que descanse en algún hombro,
recorrerá el vacío eterno
                   rumbo al inevitable éxodo.


El tejedor de alfombras

Abortándose en la sombra
el aedo, bebe del sumo de su angustia
               como tejedor de alfombras turcas,
las palabras no rehúsan ser las cosas.

Enrostradas por los designios del verbo
se vuelven especimenes del submundo
de las piedras que hablan,
               con pobres voces de misterio,
refugiándose en las barbas de Tagore.





Las puertas del escalofrío.

Las puertas de mi barrio convergieron una vez alrededor de un escalofrío.
Tensaban sus músculos rojos, y del fondo retamal de su pereza,
brotaban disfrazados, los eclipses del espanto.
Ahora nos encontramos debajo. Justo debajo de las corazonadas de sus goznes. Suenan como galeras de violines sordos o como un piélago de pájaros
que incendian la calma peregrina
deformando las pupilas oculares, en botones erráticos.
Y todo esta remembranza se transforma,
en una paulatina costumbre de ser aves, siniestras.


Muchachas con bar al fondo



Sus pestañas aerodinámicas sobresalen en la oscuridad de los escaparates. Traspasan diestramente  los altercados de los deseos que imaginariamente poseen sus fuentes de infelicidad -y son felices- las palabras que alcanzan a sobreponerse ante tal inusual sorpresa. Mirando sus labios hermosos, perderse en la furiosa luz del accidentado paisaje del nocturno boulevard.



Evas de la ancestral estirpe, diamante pulidos por el más viejo oficio frente a los ojos de los hombres que las contemplan. Madres del mismo fulgor del fuego que abrazamos con las manos desarraigadas del instintivo origen. Nuestros dedos escalan sus pezones -como alpinistas eróticos- deseosos de caer al precipicio de sus días.



Ellas son las mujeres pájaros sin plumas. Con largas piernas de musgo vaporoso. Magdalenas de la apoteosis nocturna, que esconden en la redondez de sus glúteos, el secreto de las palpitaciones -y en su silencio- la nomenclatura de la música.






Testamento.



Cuando me haya muerto

permitirle a  Bod Dylan cantar sobre mi sepulcro

con su amplia voz de relámpago viejo



dejar las hierbas cubrir mis letras con rabia,

porque no quiero hipócritas



no quiero palabras huecas que hablen de mí

en tercera, y falsa persona



tampoco velámenes, ni flores,

porque sólo deseo morir para estar en lo cierto



y ser una partícula de la noche inmensa.

























Autorretrato para la muerte.



Mi querida imagen, advertirte sumergida y ahogada

en el oscuro fondo sublime, recorrida

como una puta nocturna, sin preámbulos cuadrados

antojadizamente negra como mi sangre,

hiriente y silenciosa, tragándome en tu sibilino óbito

y absorto, en tu cóncavo reflejo, soy ángel

confeso, embriagado con tu sombra.






CIUDAD A FLOTE



La ciudad amaneció suspedida sobre una blanca placenta

mientras, las modorras fecales

de las palomas

trazan grabados rupestres

sobre los ladrillos de la vieja plaza.



Un ser circular usa el móvil de sus inquietudes

      para tocar el fondo

de sus fobias íntimas.



Se destierra, a las oscuras ramificaciones

contiguas al miedo,

tatuándose amapolas grises

con viejas señales de humo.



Se transforma en la miscelánea de taxis:

Cuervos amarillos

que picotean su mortaja ósea,

          sobre la ingravidez de la nieve.



 



(IV)



Sentir en el aire los rezos constantes de los muertos

como evidencias de su angustia.



Volver a la extensa matriz del polvo

roto el himen de la ingenuidad,

expulsado de la luz, ángeles fieros

y sin rumbo.



Caer destemplado al polvo

mirar al final la fosa abierta

futuro cántaro para las lágrimas

del crematorio.







 


Daniel Montoly©


Daniel Montoly (Montecristi, República Dominicana, 1968) estudiante de la carrera de derecho en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Fue finalista en el concurso de poesía Latin Poets for Humanity, ganador del concurso de poesía de la revista Niedenrgasse y del "Editor's Choice Award" de The Internacional Poets Society. Ha publicado en el Primer Volumen de Colección Sensibilidades (España, Alternativa Editorial), Maestros desconocidos de la poesía contemporánea hispanoamericana (USA, Ediciones El Salvaje Refinado), Antología de jóvenes poetas latinoamericanos (Uruguay, Abrace Editores) y en Jóvenes poetas cantan a la paz (Sydney, Australia, Casa Latinoamericana). El Verbo Decenrrejado (Apostrophes Ediciones, Santiago de Chile) Antología de Nueva Poesía Hispanoamericana (Editorial Lord Byron, Lima, Perú) y en la antología norteamericana: A Generation Defining Itself- In Our Onw Words (AMW Enterprises, North Carolina). Algunos de sus poemas han sido traducidos al rumano, portugués, inglés y alemán. Colabora activamente con diversas publicaciones literarias y dirige el blog El Wrong Side, dedicado a la difusión de la literatura hispanoamericana.


Nota del autor del blog: Las obras visuales que liustran esta muestra de poemas son del artista Fracias Bacon y rpvienen de diversas fuentes del Internet.

2 comments:

amelia arellano said...

Digo , como un mortal ( que no lo es) puede escribir tan bello??

Daniel J. Montoly said...

Querida Amelia:
Yo creo que eres muy bondadosa con tus palabras, lo que me dice que tu corazón, no es un órgano sino un huerto de hermosas flores. Mi amiga poeta, agradecido de ver tus palabras en mi sanatorio mental. Estamos buscando pacientes…te atrevería a convertirte en mi doctora?
Un beso.
Danny