Recordando a Mario Benedetti

Tuesday, March 15, 2011



LA SOMBRA

Se viene cómo una magia el sonido
De una melodía misteriosa
Estas … entre el silencio
Que nos cobija bajo esa luna
Esa mirada, susurro que, sólo
Se hace mudez…

Noche, tras noche nos envolvemos
Bajo esa luna despeinada
que nos alumbra

Los rostros en un silencio
Solo la brisa pasa rauda entre
Nuestros cuerpos tibios

Vuelvo a mirar hacia atrás
Imaginando esa sonrisa
Y ese hechizo de
Su voz
ahora eres
de una noche de luna.


©Myriam Sepúlveda I
26 de febrero 2011



NECTARES OLVIDADOS


Tus besos saben a mieles....
En una noche donde la brisa
y el silencio es compañía...
De un ensueño que no se
Ha ido...Solo estas.

...sensualidad de un mañana.
En que los sonidos se hacen
Ecos de voces imaginarias
Escondidas entre calles
Vacías de luces que alumbran
Aquellas figuras que se van deslizando
Entre aquellas penumbras y afirmo en esos
Labios aquellos néctares no olvidados

..
Tus besos saben a mieles
En una noche donde la brisa
y el silencio es compañía...
De un ensueño que no se
Ha ido...


©Myriam Sepúlveda I
Enero 2011



Esos labios

Cada noche saboreo de esos labios ese néctar
En ese silencio que, envuelve junto a esa brisa
Aquieta y viaja al universo en esos brazos imaginarios
Entregándose a los sueños.
Magia de una noche nostálgica de ensueños que nos lleva
Aun encuentro en aquel desierto. La brisa pasa suave
Acariciando ese rostro en aquel ocaso encerrándonos en
Suave llovizna salada que se refala en sus rostros…
En una melancolía misteriosa en cada noche viaja en sus
Brazos en una suave despedida en una noche eterna


©Myriam Sepúlveda I
Enero 2011


La trova

El canto me trae aquellas añoranzas
Que reviven en el alma que se acumulan
Eternamente….hoy fue añoranzas
Solo quedaron letras en algún cuaderno
Sin finales….solo que el presente viene
Muy cerca con aquella melodía que me
Inspira como si fuera la última noche
En que bailamos en ese verano junto
A un océano que nos envolvió
En sus aguas en un crepúsculo….

El canto me trae la eufonía de su palabra
Y me hiere el alma…al oír el sonido
De su voz.

©Myriam Sepúlveda I
Enero 11 de2011



Gonzalo


RESTAURADOR DE ENSUEÑOS

La tarde viene con algunas brisas que remueven añoranzas de quimeras
Tal vez, vas restaurando tu corazón marchito....que se ha quedado bloqueado,
Por los años. /tu mirada, tus ojos , no exclaman esa vida que está guardada
Como si fuera encontrar aquel camino / te mueves, te ríes, pero tu heridas
No han cicatrizado....solo el silencio y la soledad que te envuelve no sabes
Mirar mas...se va acercando sigilosamente la noche y tus pensamientos vuelan
En un imaginario amor/solo vives lo que puedes expresar sentir que la añoranzas
Se escapan junto con tu nostalgia solo que da guardada entre tú y tus pensamientos
Solo camina entre calles como si no existiera /mira alrededor pero está bloqueado
Sólo quiere volver a revivir esas quimeras que se esfumaron con el tiempo/ no puede
Solo es un sin nombre que se confunde con la muchedumbre entre las calles que
Se integra entre la muchedumbre entre risas pero /ya no es el mismo solo quiere
Volver a vivir aquellos ensueños que un día….se alejo.

La noche trae aquel atardecer y el viaja en su memoria recordando aquellos
Momentos que lo hicieron volver a sonreír, / se queda bajo las estrellas
Esperando la luna cobijarse en sus ensueños.

©Myriam Sepúlveda I


Nota: Los trabajos digitales que ilustran estos poemas son del artista español, Gonzalo. Pueden visitan su página web en: http://www.vbz.es/vbz.htm

Tuesday, March 01, 2011

LA TIJERA


La monotonía del reloj con rostro de Mikey Mouse que colgaba la pared de la habitación indicaba que eran las nueve menos cuarto de la noche. En una mesita había medio vaso de leche junto a un platito con dos galletitas de chocolate. Enegilda, era una chiquilla con apenas ocho años. Su cabellera pelirroja y abundante; siempre la llevaba recogida en dos hermosas trenzas al estilo de las niñas alemanas que viven en la región de Los Alpes, de donde era originaria su madre. Como cada noche hacía rutinariamente antes de irse a dormir, comenzó a desvestir su muñeca para colocarle un pequeño juego de pijamas del mismo color azul cielo como la que ella tenía puesta. Enegilda, que a los dos años los pediatras diagnosticaron autismo, al igual que otros niños afectados por la terrible enfermedad, pasaba gran parte del tiempo aislada en su particular mundo, ensimismada por la rutina de vestir y desvestir a su muñeca, Biby.

Con el tiempo la introversión se fue haciendo tan severa que la inhibió emocionalmente para responder a los motivos de afectos de otros humanos. Algo que frustró al padre pues no sabía cómo ayudarla a socializar como otros niños de su edad. Pero él al igual que cualquier padre que ama a sus hijos rehusó darse por vencido, aferrándose siempre a la esperanza, que un día los avances de la ciencia médica descubrieran un tratamiento capaz de erradicar esa enfermedad terrible. Pero hasta ahora la ciencia no descubría el origen del autismo, razón que complicaba aún más encontrar el modo de curarlo, o alguna otra forma de contrarrestar los desastrosos síntomas y trastornos asociados al mismo.

Los padres de Enegildad eran dos profesionales exitosos, con buen estatus social dentro de su comunidad, pero cuando los doctores diagnosticaron que su única hija sufría la enfermedad, lo interpretaron como si Dios o el destino los estuviesen castigando por ser ateos. Ellos por demás eran conscientes que tener una hija autista termina por convertirse en una prueba de fuego para los padres. De acuerdo con las estadísticas muchos matrimonios con niños afectados por esta enfermedad terminan divorciándose. Porque los hijos necesitan muchos tratamientos y apoyo sicológico para poder llegar a ser “seres funcionales y productivos” en la sociedad o para adaptarse a los grandes desafíos de la vida cotidiana, acarreando con ellos una desafortunada carga de estrés, que a largo plazo termina afectando también a las parejas.

– Vamos a ponerte el pijama- dijo Enegilda a Biby. – ¡No… No quiero!- respondió ella y empezó a burlarse, sacándole la lengua. Enegilda se puso furiosa como muy pocas veces antes.

-No vuelva a sacarme la lengua- Gritó una enfurecida Enegilda a su muñeca, Biby, mientras la sostenía en el aire por los bracitos, pero ella no le hizo caso y continuó haciéndolo.

Enegilda recogió del piso la tijera que tenía para cortar papeles, y apretándole la boquita a Biby amenazó con cortarle la lengua. -¡No...No... No lo haga, por favor!- Le rogó la muñeca. Esta vez fue Enegilda quien no hizo caso a sus súplicas y terminó mutilándola. Después del macabro incidente entre ellas, Enegilda sin decir absolutamente una palabra, colocó con maternal actitud a Biby en su cunita de plástico de color azul cielo. Apagó la luz, quedándose profundamente dormida.

La siguiente mañana, los padres como notaron que no se despertaba corrieron nerviosos hasta su habitación. La encontraron tirada en el piso con la cabeza descansando en los brazos de una inmensa laguna de sangre. La madre con los ojos despavoridos comenzó a gritar desesperada, llevándose las manos hasta la boca. El padre, por otro lado, sumido en el desconcierto no comprendía, qué pudo empujar a su pobre hija a cortarse la lengua.


Daniel Montoly©