Selección corta de poemas
Metamorfosis
Oscuro y enterrado, como búho,
espera en el silencio húmedo,
aplazando la sordidez,
consume murmullo tras murmullo
cada palabra,
como si fuera el último bocado
antes de la metamorfosis.
Aplasta férreamente
las posibles disensiones,
depura lo superfluo
que se antepone al valor mismo
de las cosas, pervirtiéndolas.
Sólo queda lo indescriptible,
aquello que se da por llamar
lo inefable.
Razón de esta búsqueda, este diario
ejercicio de crear la vida
con despojos cercenados a cadáveres.
Daniel Montoly©
Dark side of the moon
Las horas de trasnoches salpican
la boca, los ojos y el olfato,
mientras la ley del plomo
regala como propinas cuatro cadáveres
sobre el cuerpo estéril del pavimento.
Son tres inmejorables versos,
con los que lucho para sacarles a flote
con la fuerza de Jacob,
y con la obstinación de un demonio:
he intentado hacer que suden,
o cuando menos hablen el dialecto de los dioses,
pero alrededor de las ideas giran
mariposas sórdidas irreverentes al destino.
La noche languidece sobre mi alzheimer
y el éxito parece ir desnudo
a buscar otros confines
lejos de esta atmósfera asfixiante,
hedionda a humanos,
tan humanos que se pudren en los vertederos
del óbice nocturno.
Daniel Montoly©
Los mosaicos de Alejandría
A Constantino Kavafis
Iba contigo escarabajo,
y me nacieron alas
en el camino del destierro.
Volé, volé infatigablemente
hasta llegar al precipicio,
antes que aquello se hundiera,
pero el olvido metió sus manos, escarabajo,
y olvidé que la sombra de la esfinge
era yo mismo.
Daniel Montoly©
La soledad de las máscaras
En mi propia soledad encuentro la muerte.
Me veo entre los glaciares ancestros
como pez fluyendo por los siglos
con la boca sin horizonte,
siempre en silencio sobre esta tierra,
asilo impertinente,
casa de diarias preocupaciones
para subsanar la herida de los labios
y el hondo peso de los hombres
encerrados en las trampas de sus personas.
Daniel Montoly©
Con la estación de la torpeza
Vuelve la estación onerosa del desconcierto,
cerca está mirarnos en sus orbes,
siempre absorto hacia la antípoda,
mudos y en calma,
perseguido tenazmente por la inquietud
como animales inaprehendidos,
que se sientan en sus reflejos
a respirar el grueso perfume de la muerte
mientras atónito
exhalan por doquier anagramas ínfimos,
celebrando los golpes propinados por la vida
como buenos masoquistas dóciles.
Daniel Montoly©
Narciso con música
Cercené mis esperanzas con el mismo cristal
que usaba para ver los estragos
dejados por los años en mi cabeza;
al cabo de mirarme la herida expandirse
con la noche por las paredes,
busqué en el fondo mis reflejos
con los ojos coloreados por el amor platónico,
buscando encontrar en la incoherencia
alguna lógica para cruzar el desierto
aunque fuera con la música de mi sombra.
Daniel Montoly©