La ciudad parece cimentarse
sobre las huellas
de una eterna sombra de humedad,
sus niños con aliento ya viejo
montan la espontaneidad negra
en sus bicicletas
para cruzarla
a los umbrales del otro mundo.
Las palomas caedizas al viento
suben
como jazmines de otoño,
simulan
turbas de insectos hambrientos
de vuelos a las doce.
La ausencia llega,
cruza,
y por la vereda
de mi máscara vieja
se desplaza en dirección
a otros rumbos más alegres y joviales.
La fugacidad se lleva la palabra
hacia donde no sabemos
asociándola con rituales o cenáculos
donde los hombres se juntan
a descuartizarla
como brujos o dioses negros
por las noches.
Nada se precipita en sus relojes:
los machos falsean
la intensidad de sus uniones,
las damas toman el té a las cincos en punto
y sus chicos
se inician practicando
coitos desnudos a una guerra ninfómana.
¡Aquí no mueren poetas! Maldigo,
por ser la ciudad de fastidio
con sus largos jardines monótonos
y sus enrejados de verjas
que trepanan la raíz de las alturas.
¿Quién vive entre los muertos de este mundo?
Daniel Montoly
© 2001
sobre las huellas
de una eterna sombra de humedad,
sus niños con aliento ya viejo
montan la espontaneidad negra
en sus bicicletas
para cruzarla
a los umbrales del otro mundo.
Las palomas caedizas al viento
suben
como jazmines de otoño,
simulan
turbas de insectos hambrientos
de vuelos a las doce.
La ausencia llega,
cruza,
y por la vereda
de mi máscara vieja
se desplaza en dirección
a otros rumbos más alegres y joviales.
La fugacidad se lleva la palabra
hacia donde no sabemos
asociándola con rituales o cenáculos
donde los hombres se juntan
a descuartizarla
como brujos o dioses negros
por las noches.
Nada se precipita en sus relojes:
los machos falsean
la intensidad de sus uniones,
las damas toman el té a las cincos en punto
y sus chicos
se inician practicando
coitos desnudos a una guerra ninfómana.
¡Aquí no mueren poetas! Maldigo,
por ser la ciudad de fastidio
con sus largos jardines monótonos
y sus enrejados de verjas
que trepanan la raíz de las alturas.
¿Quién vive entre los muertos de este mundo?
Daniel Montoly
© 2001
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